La familia penquista que se vio afectada por la negligencia de una empresa funeraria cuyo ataúd no logró entrar en la fosa correspondiente -ya que el féretro medía 20 centímetros más que los servicios contratados- será indemnizada.

Dicha situación fue catalogada por la familia como un acto indigno luego del duro proceso que vivieron tras el fallecimiento de su padre en 2015 y que terminó con un enfrentamiento en tribunales con la compañía.

Los hechos ocurrieron en pleno funeral, cuando al momento de ingresar el ataúd al mausoleo de la familia, el féretro no logró encajar en lugar asignado para el descanso de sus restos, ante la mirada atónita de los deudos que acompañaban la despedida.

Personal del Cementerio General de Concepción intentó durante varias ocasiones acomodar el ataúd golpeándolo contra las paredes, donde pudieron constatar que el cajón no cabía, ya que el largo del féretro alcanzaba los 2,10 metros, 10 centímetros más sobre el máximo utilizado en las fosas fúnebres.

Ronald Castillo, uno de los afectados, entregó más detalles y argumentó que los familiares ante un momento difícil lo único que desean es que el protocolo se desarrolle de forma fluida.

Ante el trauma vivido, la familia decidió iniciar acciones legales contra la funeraria del Hogar de Cristo, donde el juez deliberó a favor de los afectados determinando la responsabilidad de la empresa prestadora de los servicios.

Ello debido a que existían dimensiones distintas estipuladas en el contrato, obligando al privado a indemnizar por más de $2 millones por el perjuicio moral a los familiares.

Los restos de Enrique Castillo quedaron sepultados en otro nicho del cementerio que debieron arrendar los familiares provisoriamente para salir del paso de la situación, que remeció a esta familia penquista.