El continuo cruce de buques trasandinos hacia aguas nacionales para llegar a Ushuaia, habían provocado un enfriamiento en las relaciones entre Chile y Argentina allá por septiembre de 1949.

Por lo mismo, causó preocupación en la dotación del patrullero “Lautaro” cuando fueron recibidos en Punta Arenas por el mismísimo comandante en jefe de la III Zona Naval, luego de regresar tras aprovisionar los distintos faros chilenos de la región.

Junto a la autoridad naval, dos camiones con víveres y elementos de auxilio esperaban para ser embarcados, según el relato del entonces segundo comandante y oficial de operaciones del patrullero, Hugo Alsina Calderón.

Tras reunirse con el capitán en su camarote, el “Lautaro” zarpó en menos de una hora, para cumplir la misión que le había sido encomendada: colaborar con la búsqueda de una fragata argentina, “Fournier”, desaparecida mientras intentaba llegar a Ushuaia tras dejar Río Gallegos, el 21 de septiembre de 1949.

Durante esos días, el pronóstico del tiempo no había sido favorable, con vientos de 20 nudos, nevadas con una visibilidad de 2 a 4 kilómetros, con temperaturas bajo cero.

No se sabía la ruta que había seguido, como tampoco su última posición antes de desaparecer en territorio chileno, debido al hermetismo con que la Armada argentina estaba manejando el incidente.

Por lo mismo, el capitán y los oficiales del navío chileno se reunieron para evaluar las opciones, antes de comenzar la búsqueda por los intrincados canales magallánicos.

Se especulaba con dos opciones. Por un lado, que el barco hubiera seguido la ruta oceánica bordeando la isla grande de Tierra del Fuego hasta Ushuaia; pero también, existía la posibilidad de que los argentinos hubieran elegido viajar por el interior, ingresando a aguas chilenas, por el estrecho de Magallanes, siguiendo los canales Magdalena, Balleneros y Beagle, señala Alsina.

Al final, los marinos chilenos decidieron comenzar la búsqueda entre Punta Arenas y el faro Anxious, y que con el correr de los días se extendió por todo el estrecho, sumándose en total 8 navíos de ambos países.

Hasta que una noche, cuando se hacía una evaluación de las labores de búsqueda, el comandante argentino del buque “Spiro” comentó con sorpresa que habían visto a un poblador “despistado” en la caleta Zig-Zag que ondeaba una bandera al revés, con la estrella hacia abajo.

Alsina señala que de inmediato los chilenos saltaron a explicar que esa era una señal de auxilio, por lo que al otro día antes del amanecer, los buques partieron hacia ese punto.

Tras dar con el poblador, les relató que hacía 20 días había visto un bote a la deriva y que luego de alcanzarlo con su chalana, descubrió dos cuerpos congelados, los que trasladó a la playa para enterrarlo y evitar la acción de los animales.

“Era un hecho que no había sobrevivientes; que el Fournier había violado la soberanía chilena entrando sin permiso a sus aguas interiores, y que se había hundido totalmente en un punto cercano a Caleta Zig-Zag, en el llamado seno Magdalena”, cuenta el oficial Alsina.

Sello 50º Aniversario del Naufragio del ARA "Fournier"
Sello 50º Aniversario del Naufragio del ARA “Fournier”

Luego del hallazgo, las autoridades de la III Zona Naval pidieron ayuda a la Fuerza Aérea de Chile, que dispuso de un caza A-24 para fotografiar el área en búsqueda de restos. En eso, los buques encontraron dos cadáveres más en el canal Gabriel, en perfecto estado de conservación, aunque con la piel ennegrecida por el frío.

Desde la base aérea, en tanto, informaron que el avión de la FACh había fotografiado lo que parecía ser una balsa a la deriva, pero sin poder precisar el lugar exacto.

Debido a la premura por encontrar sobrevivientes, el “Lautaro” navegó por el canal siguiendo la ruta de la aeronave hasta que se acabó la luz diurna. No obstante, se continuó con la búsqueda con un reflector hasta el punto donde debía estar la precaria embarcación.

“La noche estaba clara, había luna llena pero negros nubarrones la cubrían por momentos, dándole al escenario un macabro dramatismo. El teniente, a su regreso, muy emocionado, relató un hallazgo dantesco. A unos 20 metros de la playa, medio iluminada por la luz azuleja del proyector apareció ante sus ojos un cuadro terrible: una balsa con cinco cuerpos sentados en la borda, con los pies hacia adentro, abrazados y acurrucados unos contra otros. Todos llevaban capotes o gruesas ropas de abrigo. La piel de todos ellos estaba ennegrecida por efecto del intenso frío. Era evidente que murieron antes de llegar a la orilla; la causa: el frio”, añade Alsina.

Según este último, el traslado fue penoso. Tras ser llevados a bordo, se cubrió a los cadáveres con la bandera chilena en señal de respeto, excepto el comandante, quien fue envuelto con el único pabellón argentino que había a bordo.

Todos los cuerpos tenían sus uniformes intactos, con sus insignias que revelaban su rango, y con sus relojes detenidos a la misma hora, las 05:25, que se presume sería la del naufragio.

Finalmente, el 4 de octubre, la prensa argentina informó del naufragio en Punta Cono, accidente geográfico de la isla Dawson, con canales entre 450 y 530 metros de profundidad, 60 millas al sur de Punta Arenas, según detala el portal trasandino, Histamar.

“La investigación concluyó que el “Fournier” se había dado vuelta de campana por la banda de babor, golpeado por una sucesión de olas de gran tamaño, generadas por la fuerte tormenta del norweste, en el seno Magdalena, peligro conocido por los marinos chilenos que navegan esas aguas, pero ignorado por los infortunados argentinos”, relata el teniente Alsina.

De esta forma, los marinos que estaban de guardia se salvaron de hundirse hasta el fondo del océano, presumiblente tras saltar o caer al mar. Pero pese a conseguir escapar, habrían sobrevivido menos de dos horas antes de morir por la hipotermia.

Sólo se rescataron 9 cadáveres, además de restos de la carga y de la estructura del buque. Y si bien se especuló con presuntas pruebas nucleares en la Isla Hemul, dado el color ennegrecido de la piel de los cuerpos, esto fue desmentido de plano.

Las labores de rescate del “Lautaro” fueron reconocidas al otro lado de la cordillera, e incluso el propio presidente de la época, Juan Domingo Perón, invitó a la tripulación a Buenos Aires. Sin embargo, La Moneda rechazó la invitación.

No olvidemos que el “Fournier” sufrió el accidente en medio de una navegación no autorizada.

Pese a todo, los tripulantes, entre ellos el entonces teniente segundo Hugo Alsina, fueron condecorados por la Armada trasandina en la embajada argentina en Santiago. ¿Y el “Fournier”? Aún continúa sepultado en las profundidades de los tormentosos canales del extremo sur de Chile.