Libertad es la palabra que define la aventura de viajar en un Fiat 600 del año 1973, por más de 8 mil kilómetros, a 75 km/hora, cruzar el Paso Pino Hachado sin cadenas y pretender llegar a Alaska.
Con ese espíritu llegaron hasta Temuco una pareja de amigos argentinos, tras recorrer las rutas de su país a bordo de Aceituna -nombre con el que bautizaron al noble vehículo- con el fin de realizar la mantención de la máquina, tomar fotos, vender artesanías, escribir sus aventuras en su Fan Page y continuar el viaje, desafiando al destino.
El inolvidable “Fito”, que impregnó las postales de varias generaciones en distintos lugares del mundo y que fue presentado por primera vez al público el 9 de marzo de 1955 en Ginebra, es el hogar desde hace 7 meses de Jimena Melcon y Rodrigo Terren, quienes llevan en sus bolsos la valentía de la aventura.
Su intenso presente, lleno de nuevos amigos, es la motivación de estos trasandinos que comenzaron el recorrido en Mar del Plata y que están en la etapa de atravesar Chile desde la Araucanía hasta Perú, siempre en el lento y seguro andar de su verde vehículo, con la esperanza de pasar justo por el desierto florido y seguir acuñando inolvidables paisajes.
Enemigo constante
Cada 400 kilómetros las bujías dejaban de encender y los platinos se transformaban en un enemigo constante, por lo que se vieron en la obligación de realizar la única modificación que tiene el vehículo: su sistema de encendido. El resto de las piezas son todas originales, hasta los neumáticos.
Jimena, hija de mecánico, es muchas veces la encargada de solucionar emergencias en la ruta. Las revisiones mayores las hacen en cada ciudad donde hay algún club de fanáticos del Fiat 600.
Por su parte, Rodrigo, como fotógrafo, es el encargado de impartir algunos talleres en ciudades donde exista el interés de conocer su trabajo y la forma de realizarlo.
Así, estos amigos de la aventura, que esperaron dos semanas en Neuquén para cruzar a Chile, continuarán sorteando las rutas a bordo de su clásico vehículo, que se transformó en el escenario propicio para albergar sus sueños y proyectar los de muchos que se sienten libres con el sólo hecho de mirar el atrevimiento de estos Pasajeros del Infinito.
