En su segundo día en Chile, durante la tarde, el papa Francisco visitó el Centro Penitenciario Femenino San Joaquín, acompañado de la presidenta Michelle Bachelet, donde fue recibido por las más de 400 reclusas que quisieron participar de la actividad. Algunas de ellas estaban con sus hijos.

Antes de que el romano pontífice entregara su discurso, la capellana del recinto, Nelly León, pronunció algunas palabras donde aprovechó de decir que “en Chile se encarcela la pobreza”. Tras ella, Jeanette Zurita, una interna condenada a 15 años por tráfico de drogas, mientras intentaba contener la emoción, le pidió al Papa que orara por ellas y sus hijos, pues precisó que son quienes más sufren por la privación de libertad de sus madres.

Cuando llegó el turno de Francisco, junto con agradecer la presencia de todos los presentes, tuvo palabras especiales para Nelly y Jeannette.

“Gracias hermana Nelly por sus palabras y por testimoniar que la vida triunfa siempre por sobre la muerte”, dijo, y agregó: “gracias Jeannette por animarte a compartir con nosotros tus dolores y por ese valiente pedido de perdón. Cuánto tenemos que aprender de esa actitud tuya llena de coraje y dignidad. Todos tenemos que pedir perdón, eso nos humaniza. Nos podemos equivocar, y cada día estamos invitados a volver a empezar de una u otra manera”.

Durante su mensaje también abordó la importancia que tiene el acto de pedir perdón. “Todos tenemos que pedir perdón, soy el primero, todos, eso nos humaniza. Sin esa actitud de pedir perdón perdemos la conciencia de que nos equivocamos y de que cada día estamos invitados a volver a empezar”, dijo.

Captura | TVN
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La dignidad

Uno de los temas donde hizo mayor énfasis fue en el valor de la dignidad que debe tener el ser humano, independiente de su condición. “Estar privadas de la libertad no es sinónimo de pérdida de sueños y de esperanza. No quiere decir dejar de soñar. Ser privado de libertad no es lo mismo que estar privado de la dignidad, la dignidad no se toca a nadie, se cuida, se custodia, se acaricia. Nadie puede ser privado de la dignidad”, afirmó la máximo autoridad de la Iglesia Católica a nivel mundial, desatando la emoción entre las mujeres que lo escuchaban.

En ese sentido, señaló que Jesús “nos invita” a superar la lógica de dividir la realidad entre buenos y malos para entrar en otra dinámica, que consiste en “ayudarnos para salir adelante”. Por ello, remarcó la labor que cumplen las madres y el desafío de gestar la vida, tras lo cual les dijo a las reclusas que “tienen una capacidad increíble de adaptarse, de salir adelante”.

Como complemento de la relevancia de la dignidad, el papa Francisco enfatizó en el rol que debe cumplir la reinserción social para las reclusas. “Toda pena que uno está llevando adelante para pagar una deuda con la sociedad, tiene que tener un horizonte, de reinsertarse, de prepararme para la reinserción. La sociedad tiene la obligación de reinsertarlas a todas. Digo a cada una, con los tiempos distintos. Eso métanselo en la cabeza y exíjanlo”, sostuvo.

El Papa también las instó a luchar contra todo tipo de etiqueta que diga que no se puede cambiar y remató aseverando que “el sueño de ustedes debe ser la reinserción. La sociedad tiene la obligación de reinsertarlas a todas”.