Un grupo de investigadores liderado por el profesor Néstor Becerra Yoma y los ingenieros eléctricos Jorge Wuth y Rodrigo Mahu del DIE, además de la doctora en oceanografía Susannah Buchan y la bióloga Naysa Balcazar-Cabrera, de la Universidad de Concepción, están en el proceso de creación de un software, que pretende monitorear de forma automática el desplazamiento de la ballena azul.

Este ejemplar, en peligro de extinción, se alimenta en las aguas del Golfo de Corcovado, en el límite de la región de Los Lagos y la región de Aysén: una de las zonas más importantes del hemisferio sur para la crianza de esta ballena que dependería casi exclusivamente de la alimentación que existe en la Patagonia.

El trabajo de investigación, que se inició oficialmente el 21 de abril de este año con el financiamiento de la Office of Naval Research Global (ONRG), tiene como objetivo crear un programa que pueda clasificar e indicar de forma automática el tránsito de las ballenas por aguas nacionales, mediante un monitoreo acústico pasivo automático, utilizando hidrófonos submarinos para captar los sonidos del mar, pero con un software de reconocimiento de voz entrenado para poder reconocer la vocalización de las ballenas.

A futuro, este programa podría enviar una alerta temprana mediante una aplicación que indique la presencia de estos mamíferos en ciertos sectores para que los barcos cercanos puedan tomar precauciones y evitar accidentes.

“Esta herramienta permitiría detectar de forma automática la presencia de ballenas, y si las hay, a qué especie y subespecie corresponden, sin tener que recurrir a la revisión de un audio de forma manual y tener que escuchar horas de grabación. Otro factor, es el económico, porque ayudar a entender mejor el ecosistema marino para administrarlo adecuadamente”, señaló Nestor Becerra Yoma.

Para la oceonógrafa Susannah Buchan, “poder contar con un sistema de monitoreo acústico es de vital importancia para la preservación de esta ballena. Son alrededor de unos 700 animales que con el tiempo han ido aumentando y que debemos proteger, porque son parte de las maravillas del mundo oceánico y del país”.

Académicos a cargo del proyecto | Universidad de Chile
Académicos a cargo del proyecto | Universidad de Chile

El software sobre el cual trabajan los investigadores, sería un avance respecto al actual monitoreo de ballenas, que se realiza principalmente a través de dos técnicas: la primera, es la observación con binoculares desde un barco que depende exclusivamente de las condiciones climáticas, y la segunda, mediante hidrófonos submarinos que graban los sonidos de las ballenas, los cuales pueden ser revisados de forma manual o semi-automático por un técnico, “proceso que demora mínimo dos años”, señaló Buchan.

El profesor Becerra advirtió que “para que el software funcione se utilizan plataformas que están en bruto donde se introducen parámetros, para luego generar modelos que van a servir para la clasificación y detección automática del canto de las ballenas desde el fondo marino, utilizando algoritmos que son capaces de reconocerlos, ya que estos mamíferos vocalizan en frecuencias muy bajas y que nosotros podemos ver reflejadas en un espectrograma”.

La oceonógrafa destacó que “es necesario este tipo de monitoreo acústico para facilitar la toma de decisiones en Chile, porque si sabes dónde están ubicadas las ballenas puedes hacer varias cosas como evitar la colisión de las ballenas con los barcos, saber cuáles son los lugares que tienen una mayor concentración de alimento para el manejo ecosistémico de las pesquerías comerciales. En definitiva, se puede tener un mayor control del ecosistema sabiendo dónde están los mayores depredadores para poder optar por las mejores estrategias de conservación o manejo de los recursos marinos”.

“En cuanto al choque de ballenas, tenemos una escasez de información porque los accidentes no siempre se declaran, o pasan en lugares muy aislados. Entonces, después uno se encuentra con animales mutilados o sin cola que mueren mar adentro y llegan a las playas. Todo este proyecto está en una perspectiva de conservación, nosotros no queremos más un mar chileno sin ballenas. La idea es que todos los chilenos puedan ver alguna vez uno de estos cetáceos”, finalizó Buchan.

¿Cómo es la Ballena azul chilena?

Es uno de los animales más grandes que ha existido en el mundo. Puede llegar a medir 33 metros de longitud y pesar entre 80 y 160 toneladas. Su cuerpo es largo y esbelto, con una cabeza ancha en forma de “U” y una pequeña aleta dorsal cóncava, ubicada en el tercio posterior de su cuerpo. Las aletas pectorales son largas, delgadas y puntiagudas y poseen entre 58 y 88 pliegues gulares.

La pigmentación de la piel es gris con pequeñas manchas claras que reflejan la luz bajo el agua, de manera que parece de color azul.

El principal alimento de la ballena azul es el kril que consumen en zonas circumpolares y subpolares, como la Patagonia chilena. Comúnmente se encuentra sola o en pareja, y migra sobre grandes distancias, razón por la cual su canto también viaja sobre varios cientos de kilómetros.