El senador independiente Alejandro Guillier se refirió al escándalo en torno a los negocios del expresidente Sebastián Piñera y actual presidenciable, sentenciando que “por mucho menos, Golborne tuvo que renunciar en 24 horas“, en alusión al excandidato a La Moneda Laurence Golborne.

“No podemos tener doble estándar, se está con la transparencia o no, pero los dobles discursos no ayudan a nadie”, dijo Guillier, en referencia a los vínculos de Piñera con ciertos negocios en paraísos fiscales y la sospecha de un presunto conflicto de interés durante su gobierno y el litigio marítimo de Chile con Perú.

“Es legítima la preocupación ciudadana, porque se han dado cuenta que se han hecho gestiones económicas en momentos que se ocupaba el cargo de Presidente de la República. Cualquier empresario sabe que si un empresario tiene un poder político grande empieza a ser una relación desigual, ya no hay libre competencia y no hay igual trato de un empresario a otro. Por lo tanto es inconveniente esa relación espuria”, indicó el senador.

En ese contexto, Guillier indicó que “lo primero es clarificar las incompatibilidades y establecer un mecanismo de fideicomiso ciego real, con sanciones dramáticas cuando se violan, incluso la pérdida del cargo. Eso nos ayudaría a despejar el problema estructural, porque Piñera no va a ser el primer ni el último empresario en meterse en política”.

“Si es así podría corregir en gran parte el riesgo, pero si van a aparecer más antecedentes -que yo no conozco- y que indicaran que hubo otras prácticas, quiero recordar que por mucho menos Golborne tuvo que renunciar en 24 horas. No podemos tener doble estándar, se está con la transparencia o no, pero los dobles discursos no ayudan a nadie”.

Las declaraciones del senador son dadas luego de participar de un foro ciudadano sobre la Pequeña y Mediana Minería en La Serena, dejando claro que “se dice y se habla mucho de las ideas, pero las patadas en las canillas se sienten todos los días entre nosotros y eso hay que terminarlo (…) Lo que va a entrar en juego en Chile es la lucha entre los conservadores contra progresistas”.