El movimiento político, Izquierda Autónoma, emplazó al senador independiente, Alejandro Guillier, a responder qué tipo de política implementaría en sectores claves para la sociedad en un eventual gobierno, y más importante aún, si estaría dispuesto a en vez que encabezar a la Nueva Mayoría, dejarla y ponerse a disposición de nuevas alternativas.

A través de una carta, el movimiento consultó a Guillier por la postura que tendría en materias de educación, pensiones, impuestos, salud, trabajo, y aborto. En el texto, acusan que el país “ya ha conocido de ‘candidaturas ciudadanas’ que compiten al interior de la Concertación/NM pero alejadas de los partidos, con programas ambiguos y relatos ambiciosos, que al momento de entrar a la cancha aplican medidas continuistas”.

Lo anterior, refiriéndose al gobierno de Michelle Bachelet, que a su parecer elevó “enormes expectativas” sobre la reforma tributaria y educacional, además de la nueva constitución, las que terminaron con cambios que no satisfizo a los autonomistas.

“Terminamos con que el cambio a los impuestos fue definido por el presidente de los bancos, que en educación igualamos Universidades que lucran con Universidades públicas y que el traspaso directo al sistema privado es más grande que nunca en la historia del país”, indicaron.

Bajo este contexto, es que le plantearon siete preguntas a Guillier, cuya respuesta sería clave para una octava interrogante de mayor impacto.

1. ¿Será prioritario reconstruir la educación pública a nivel superior, de modo que de aquí a una década al menos la mitad de los estudiantes se eduquen en una institución de carácter público?
2. ¿Los recursos serán inyectados con prioridad en liceos y escuelas públicas por sobre aquéllas de carácter particular?
3. ¿Se implantará un modelo alternativo al de las AFP, de carácter solidario?
4. ¿Habrá un cambio impositivo que afecte a las principales riquezas del país, es decir, las mineras y la banca?
5. ¿Se eliminará la compra de camas en clínicas privadas para utilizar esos recursos en más salud pública?
6. ¿Se planteará una reforma laboral que permita la negociación ramal, de modo de incluir a la mayor parte de los trabajadores del país?
7. ¿Se avanzará en una ley de aborto cuyas causales no exijan “certificación” de parte de un tercero, fortaleciendo la soberanía de la mujer sobre su cuerpo?

“La figura que usted representa sugiere que la mayor parte de estas preguntas tendrían un  como respuesta. Sin embargo, bien sabe el país que en la Nueva Mayoría habitan la mayor parte de los obstáculos a estos avances” advierten.

Aunque reconocen que hay fuerzas al interior de esta coalición que busca generar cambios, reiteraron que no lo logra debido a sus vínculos e intereses en el mundo privado, indicando que este “podría ser el mismo destino de su eventual presidencia“.

Por este motivo, es que señalan que “como hemos conocido poco sobre sus posturas, la pregunta sobre si un gobierno suyo apoyado por la Nueva Mayoría será de carácter restaurador o simplemente extenderá el vacío político queda abierta”.

Si la voluntad de empujar transformaciones sustantivas es lo que motiva su precandidatura“, el desafío es “ponernos a disposición para que se constituyan nuevas alternativas que expandan la democracia, que superen y derroten a la Concertación“, aclaran.

Debido a que esta nueva alternativa implica dejar la coalición, finalmente le preguntan, ¿está dispuesto usted a dar ese paso?.

Mira el texto completo aquí:

Señor Alejandro Guillier:

Mediante esta carta quisiéramos manifestar diversas interrogantes respecto a su precandidatura presidencial. Como es de público conocimiento, usted ha manifestado su disponibilidad para ser candidato del oficialismo, con el objetivo de construir “un país de transición” que vaya dejando atrás el que nos heredó la dictadura y los gobiernos concertacionistas.

Desde Izquierda Autónoma bregamos hace años por un nuevo modelo de desarrollo, que tenga como prioridad desmercantilizar los derechos básicos, entendiendo que elementos tan fundantes de nuestras vidas, como lo son la educación, salud, pensiones o los derechos reproductivos, no pueden depender del tamaño de nuestras billeteras ni de la voluntad del lucrador de turno, sino que deben estar garantizadas por el Estado. Cualquier proyecto político que avanzara de forma decidida (aunque gradual) en tal dirección contaría con nuestro apoyo. Nuestro país ya ha conocido de “candidaturas ciudadanas” de mucho carisma que compiten al interior de la Concertación/NM pero alejadas de los partidos, con programas ambiguos y relatos ambiciosos, que al momento de entrar a la cancha aplican medidas continuistas. Por supuesto nos referimos al actual gobierno de Michelle Bachelet: erradamente se ha sostenido que las críticas a su gestión se deben a su gradualismo, a su deficiencia técnica o comunicacional. El problema es que tras levantar enormes expectativas sobre una reforma tributaria, una reforma educacional y una nueva Constitución, terminamos con que el cambio a los impuestos fue definido por el presidente de los bancos, que en educación igualamos Universidades que lucran con Universidades públicas y que el traspaso directo al sistema privado es más grande que nunca en la historia del país, y que el proceso constitucional fue incapaz de sugerir cuál es el país en el que queremos vivir en las próximas décadas. De este modo, las preguntas y comentarios que vienen a continuación se vuelven necesarias para un debate honesto y a la altura de lo que el país requiere, en especial en un contexto de tremendo descrédito de la política.

Las preguntas: En un eventual gobierno suyo ¿Será prioritario reconstruir la educación pública a nivel superior, de modo que de aquí a una década al menos la mitad de los estudiantes se eduquen en una institución de carácter público? ¿Los recursos serán inyectados con prioridad en liceos y escuelas públicas por sobre aquéllas de carácter particular? ¿Se implantará un modelo alternativo al de las AFP, de carácter solidario? ¿Habrá un cambio impositivo que afecte a las principales riquezas del país, es decir, las mineras y la banca? ¿Se eliminará la compra de camas en clínicas privadas para utilizar esos recursos en más salud pública? ¿Se planteará una reforma laboral que permita la negociación ramal, de modo de incluir a la mayor parte de los trabajadores del país? ¿Se avanzará en una ley de aborto cuyas causales no exijan “certificación” de parte de un tercero, fortaleciendo la soberanía de la mujer sobre su cuerpo?

La figura que usted representa sugiere que la mayor parte de estas preguntas tendrían un sí como respuesta. Sin embargo, bien sabe el país que en la Nueva Mayoría habitan la mayor parte de los obstáculos a estos avances. Conocidos son los vínculos entre el PPD, el PS, la DC y las Universidades privadas, las AFP y el negocio en la salud. Para qué hablar del rol del grupo Luksic o de Ponce-Lerou. Una coalición gobernada por los Osvaldo Andrade, los Fulvio Rossi, las Carolina Tohá o las Ximena Rincón difícilmente podrá cambiar aquello que los constituye. Sabemos y reconocemos que hay al interior de la Nueva Mayoría hay fuerzas que buscan los cambios, pero cuando les ha tocado intentar torcer el rumbo histórico de la Concertación, lo máximo que han logrado es construir un escenario de vacío político que inevitablemente cercena cualquier posibilidad de cambio. Pareciera ser el trágico y recurrente derrotero del gobierno actual, y podría ser el mismo destino de su eventual presidencia.

Como hemos conocido poco sobre sus posturas, la pregunta sobre si un gobierno suyo apoyado por la Nueva Mayoría será de carácter restaurador o simplemente extenderá el vacío político queda abierta. Ahora bien, por supuesto existe otra alternativa: si la voluntad de empujar transformaciones sustantivas es lo que motiva su precandidatura, hoy hay un desafío que es más difícil que encabezar a la Concertación, pero que es más relevante para ayudar a empujar la rueda de la historia. Nos referimos a ponernos a disposición para que más temprano que tarde se constituyan nuevas alternativas que expandan la democracia, que superen y derroten a la Concertación. Por supuesto, ello requiere abandonar tal coalición. La última pregunta, entonces, cae de cajón: ¿está dispuesto usted a dar ese paso?

Atentos a su respuesta
Dirección Izquierda Autónoma