El Gobierno de Colombia se mostró decidido este lunes a salvar el proceso de paz luego del plebiscito que sorpresivamente dijo “No” al acuerdo con las FARC, asestando un duro golpe al gobierno de Juan Manuel Santos y poniendo en entredicho el fin de medio siglo de violencia.

“Incertidumbre y sorpresa total” repiten analistas luego del cerrado resultado que arrojaron las urnas –50,21% para el “No” frente al 49,78% para el “Sí”, con un 62% de abstención-, que nadie predijo.

El Ejecutivo y los rebeldes analizaban los pasos futuros, mientras la oposición victoriosa reiteraba su ánimo de renegociar el pacto, ante la atónita mirada de la comunidad internacional.

El presidente Santos, que anunció enfáticamente que no se rendirá en su cruzada por la paz, abrió un diálogo nacional de paz que permita “abordar todos los temas necesarios para tener un acuerdo y culminar con éxito el sueño de toda Colombia de terminar la guerra con las FARC”.

Para ello, designó a la canciller María Ángela Holguín, al ministro de Defensa Luis Carlos Villegas y al jefe negociador con la guerrilla, Humberto de la Calle -a quien ratificó en el cargo luego de que pusiera su cargo a disposición- como delegados para ese propósito.

“Con la voluntad de paz de todas las partes, estoy seguro de que podremos llegar pronto a soluciones satisfactorias para todos”, dijo en una locución en la presidencial Casa de Nariño.

En la mañana, el mandatario había convocado a todas las fuerzas políticas para “buscar puntos de encuentro”.

La reunión en la Casa de Nariño finalizó con una declaración de apoyo al jefe de Estado. “Respaldamos la decisión de conformar una comisión amplia e incluyente que abra un diálogo nacional con todos los sectores del ‘No"”, afirmó el presidente del Senado, Mauricio Lizcano.

Al encuentro no asistió el derechista Centro Democrático liderado por el expresidente Álvaro Uribe, feroz opositor a Santos y a la negociación con las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), principal y más antigua guerrilla del país.

El exmandatario y actual senador reiteró en la plenaria del Congreso su llamado “a un gran pacto nacional”.

La gran pregunta ahora es qué pasará con el acuerdo que llevó cuatro años de negociaciones en Cuba y que sellaron hace una semana, en una ceremonia solemne en Cartagena, Santos y el jefe máximo de las FARC, Rodrigo Londoño (Timoleón Jiménez o Timochenko).

“Tendremos que actuar con prontitud y poner límites de tiempo, pues la incertidumbre y la falta de claridad sobre lo que sigue ponen en riesgo todo lo que hasta ahora se ha construido”, dijo Santos en su locución.

Para el analista Jorge Restrepo, director del centro de análisis Cerac, la pregunta que “resume todo” es “¿cuál debe ser el tratamiento para responder por el daño que hicieron (los guerrilleros) a la nación?”.

“Hay una preferencia marcada de los colombianos por un acuerdo que castigue en justicia a las FARC”, explicó a la AFP.

“Rectificar” el acuerdo

A pesar del revés, el alto al fuego que rige desde el 29 de agosto sigue en pie, confirmó Santos.

En una declaración desde La Habana, Timochenko ratificó que los “frentes guerrilleros en todo el país permanecerán en cese al fuego bilateral y definitivo como una necesaria medida de alivio a las víctimas del conflicto y en respeto a lo acordado con el gobierno”.

El líder rebelde también abrió más temprano la posibilidad de “rectificar” el acuerdo. Este resultado “nos llena de más entusiasmo, nos compromete mucho más, porque de todas formas hay diversas lecturas y hay que analizarlas para ver en qué hay que rectificar“, indicó a la emisora colombiana La W Radio.

“Estamos analizando con calma los resultados para continuar, porque esto no significa que se ha perdido la batalla por la paz”, añadió, al precisar que las FARC “proyectarán iniciativas” para sacar “adelante este proceso”.

Timochenko aseguró el domingo que el pueblo colombiano que sueña la paz puede contar con las FARC.

Ni Santos ni Timochenko dudaban que los colombianos iban a avalar el pacto y estaban preparados para iniciar la implementación de los convenios, que en esencia apuntan a cambiar balas por votos, incorporando a las FARC a la arena política.

Por mandato de Santos, De la Calle y el Alto Comisionado de Paz, Sergio Jaramillo, viajaron a La Habana “a mantener informados a los negociadores de las FARC” sobre el diálogo político de este lunes.

Adiós al Nobel

La comunidad internacional, que ha ofrecido apoyo casi incondicional al proceso de paz, auspiciado por Cuba y Noruega como garantes, y Venezuela y Chile como acompañantes, observaba con desconcierto el desenlace del plebiscito, sin ocultar su “decepción”.

El Secretario general de la ONU, Ban Ki-moon, testigo de la firma en Cartagena, envió a su emisario especial, Jean Arnault, a Cuba para “consultas”.

“Esperábamos un resultado diferente”, declaró en rueda de prensa en Ginebra.

Con “tristeza”, pero con ánimo de “perseverancia” en el esfuerzo por la paz, recibieron diferentes jefes de Estado la noticia, que según expertos prácticamente aniquila las posibilidades de los antiguos beligerantes de ganar el Nobel de la Paz que será adjudicado el viernes en Oslo.

“El tratado de paz colombiano (…) no es simplemente un candidato para el premio Nobel de la paz este año”, dijo el director del Instituto para la investigación sobre la paz de Oslo (Prio), Kristian Berg Harpviken.