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En marzo pasado, Francie Webb causó gran impacto en redes sociales luego de que publicara una foto sin censura del nacimiento de su hija en un grupo privado de Facebook dedicado al parto.

Cuando su hija iba a cumplir un año, ella publicó la honesta imagen que había tomado su marido en la cama de su departamento en Nueva York, Estados Unidos. Aunque muchos la felicitaron por la valentía de compartir esa instantánea, Facebook la eliminó por no adecuarse a su política de “desnudos”, tal como consigna New York Magazine.

Luego de que varios medios comentaran lo que había sucedido, la foto que estuvo en un grupo privado se viralizó por redes sociales, sitios web e incluso en programas de televisión como Good Morning America. Habían opiniones divididas, unos decían que la imagen era demasiado cruda y no debía ser exhibida en un espacio como Facebook, pero otros apoyaron a la mujer.

Cuando la batahola ya había pasado, Francie explicó en su blog que esa foto era mucho más que un fenómeno viral, ya que era el resultado de 20 años de sanación tras vivir una dramática experiencia.

Francie Webb | Foto viral
Francie Webb | Foto viral

“Hace veintitantos años, en mi segundo mes del primer año de secundaria en Virginia, tenía 14 años y estaba cuidando dos niños, uno de casi 2 años y una bebé de 11 semanas (casi 3 meses de vida), llamada Catherine. Yo era la primera y única niñera de Catherine; sus padres tenían que ir a una boda, por lo que me encargaron su cuidado”, confesó Francie.

Era 1995 cuando la entonces adolescente se sentó en una mecedora, sosteniendo a la intranquila bebé. Ella se balanceaba hacia atrás y hacia delante, y poco a poco la pequeña comenzó a calmarse, así que suavemente, la puso en su cuna. Apagó la luz y cerró la puerta, para ir a acostar al otro niño. Al rato, el bebé comenzó a llorar nuevamente. Francie iba a verla, pero al poco rato dejó de llorar. Lo que pasaría después la marcaría por décadas.

Cuando los padres de los niños volvieron, Francie se fue a casa. Un par de horas más tarde, su familia recibió una llamada telefónica avisándoles que la lactante había muerto esa noche.

“Yo la puse a dormir y ella murió”, dijo Francie en su blog.

Francie de chaleco rojo a la derecha,
Francie de chaleco rojo a la derecha,

Francie asistió al funeral y al ver el ataúd tan pequeño quedó consternada. Francie dijo a revista Elle, que ella recordaba que los padres de Catherine la abrazaron y le dijeron: “Te queremos tanto”, pese a que casi no la conocían.

Desde ese momento, Francie pasó las siguientes décadas de su vida tratando de perdonarse por lo que pasó. A pesar de que la bebé murió por síndrome de muerte súbita y los padres de la lactante jamás culparon a Francie, ella se sentía responsable.

Aunque las causas de la muerte súbita aún son desconocidas, poner a dormir los bebés boca arriba reduce el riesgo. Francie había puesto a dormir a la bebé sobre su estómago, tal como lo había hecho cientos de veces con sus hermanos y otros niños que cuidaba.

Devastada, Francie le preguntó a su madre si la tragedia fue culpa de ella y si había algo que pudo haber hecho para salvar a la niña, pero ella le aseguró que no. Sin embargo, nunca se convenció de eso por lo que pasó años sintiéndose profundamente culpable de la muerte de Catherine.

A medida que la chica creció, un sentimiento de vergüenza embargó todas sus relaciones al punto que solía preguntarle a sus cercanos si querían estar con ella, pese a lo que había pasado. Además, la idea de convertirse en madre la aterraba, pero nunca hablaba de ello o admitía su sufrimiento.

Cuando Francie ya estaba en la universidad, recién pudo aceptar lo que había sucedido. Un consejero universitario la animó a contactarse con la familia de Catherine, que ahora vivía en Inglaterra. A pesar de que no había hablado con ellos en más de siete años, Francie escribió una carta a la familia en la que admitía su dolor, su sentimiento de culpa, y su esperanza de que ella no fuese la responsable de arruinarles la vida.

La madre de Catherine, Nadine, le dio una respuesta inmediata: le envió un pasaje de avión para que la visitara a ella y su familia. Quería que Francie viera por ella misma, que estaban bien y habían salido adelante.

Ya en Inglaterra, ambas vieron el único vídeo que existe de Catalina, captado tres días antes de morir. Inesperadamente, fue reconfortante para las dos. “Sentí que de alguna manera la luz ya había salido de Catherine. Estaba casi, casi, en otro planeta. Como si algo de sí ya se había ido a pesar de que en realidad no había muerto todavía”, dijo Nadine a Elle. Francie sintió lo mismo.

Francie junto a Nadine
Francie junto a Nadine

Era como si “ella (la bebé) no estuviera destinada a quedarse”, añadió Nadine. “Creo que fue el primer paso para que Francie dejara todo atrás, sabiendo que no fue su culpa”, complementó.

De regreso a Estados Unidos, Francie sintió consuelo y paz. Pero el miedo y la ansiedad volvieron a apoderarse de ella una década más tarde con su propio embarazo. Tenía terror de perder a su propio hijo.

Por lo mismo, optó por un parto no-medicado en un hospital. Se sorprendió por el “dolor insondable” del momento, pero también se sintió con poder y transformada por la experiencia. Francie dio a luz a su bebé tomándola con sus manos y la sostuvo antes que nadie. “La próxima vez será en casa, ya no tengo miedo”, le dijo a su esposo.

Y llegó su segunda hija, dos años más tarde. La mujer pensó que hacerlo en casa sería la finalización de su proceso de sanación.

“Cuando sentí un atisbo de miedo, decidí orar. Le dije al bebé, necesito que estés bien, y necesito que me hagas saber que estás bien. Me imaginé que salía con aspecto saludable y llorando. Y eso fue exactamente lo que sucedió”, comentó.

Francie junto a su hija menor
Francie junto a su hija menor

Francie cree que existe una relación fisiológica entre el estado emocional de una madre y el proceso de dar a luz. Al hacer su propio trabajo emocional en el transcurso de 20 años, Francie dice que ella creó las condiciones para un hermoso nacimiento como el que tuvieron sus hijos.

Durante un año la mujer atesoró ese recuerdo del parto en su casa y decidió publicarlo en Facebook en el primer cumpleaños de su hija, porque ese día oficialmente se acaba el riesgo de sufrir síndrome de muerte súbita del lactante.

“Necesito que la gente entienda que esto no fue fácil. Esto no fue un incidente aislado. Esto no fue un accidente. Comencé a prepararme para este nacimiento hace 20 años cuando pensé que podía controlar si un bebé vivía o no, y no pude”, indicó.

“Mi sanación ha cambiado todo. Si no hubiera sanado de ese evento horrible, no habría sido capaz de traer a una niña al mundo por mí misma”, aseguró.

Francie junto a sus dos hijas
Francie junto a sus dos hijas