Save the Children suspendió sus operaciones en Afganistán este miércoles después de que militantes del Estado Islámico aterrorizaran a su personal atrapado en una de sus oficinas durante un ataque que duró varias horas y dejó tres muertos, en el más reciente asalto contra una ONG extranjera.

Hombres armados se abrieron paso a tiros hasta el recinto de la organización británica en la ciudad oriental de Jalalabad, matando a tres empleados e hiriendo a otros cuatro, indicó Save the Children en un comunicado.

“Podemos confirmar con profunda tristeza que tres miembros del personal de Save the Children murieron […] El resto del personal ha sido rescatado sano y salvo de la oficina”, declaró la directora ejecutiva de la ONG, Helle Thorning-Schmidt, condenando el ataque “en los términos más duros posibles”.

“Hemos suspendido temporalmente nuestras operaciones en todo el país después de los acontecimientos de hoy. Sin embargo, seguimos totalmente comprometidos en ayudar a los niños más desfavorecidos de Afganistán”, agregó.

El ataque fue reivindicado por el grupo Estado Islámico (EI) a través de su órgano de propaganda, Amaq.

Tras hacer estallar un coche ante la sede de la ONG, los atacantes dispararon una granada contra el complejo.

Durante la incursión, uno de los empleados escondidos en el interior envió un mensaje WhatsApp a un amigo diciéndole “reza por nosotros”.

“Puedo oír a dos agresores en el segundo piso. Están buscándonos. Informa a las fuerzas de seguridad”, escribió en el mensaje, visto por la AFP.

“Oí una enorme explosión”, contó Mohamad Amin. “Parecía un coche bomba. Nos pusimos a cubierto y vi cómo un hombre armado con un lanzacohetes disparaba contra la puerta principal para entrar en el recinto”, agregó el hombre que logró escapar saltando por la ventana y fue hospitalizado por heridas en una pierna.

En la televisión afgana podían verse imágenes de una espesa columna de humo negro y lo que parecía ser un vehículo en llamas a las puertas de la oficina.

Cerca de medio centenar de personas, entre ellas varias mujeres, fueron rescatadas de un sótano donde se refugiaron de los agresores.

El embajador del Reino Unido en Afganistán, Nicholas Kay, condenó el ataque en un tuit.

“Esto es una atrocidad. Cualquier ataque contra niños y cooperantes es un crimen de lesa humanidad”, escribió en la red social.

El grupo EI incrementó los ataques en zonas urbanas en los últimos meses, con las mezquitas y las fuerzas de seguridad afganas en la mira, en un momento en que su rama afgana se expande más allá de su bastión en el este del país.

Organizaciones en la mira

El ataque se produjo cuatro días después de un asalto a un gran hotel de Kabul reivindicado por los talibanes y que dejó al menos 22 muertos, en su mayoría extranjeros, dos de ellos venezolanos.

En los últimos meses hubo “numerosas amenazas” en Jalalabad, pero no específicamente contra extranjeros, indicaron fuentes occidentales en la ciudad.

Jalalabad, capital de Nangarhar, en la frontera con Pakistán, alberga a gran cantidad de talibanes y de miembros del grupo EI, que convirtieron varios distritos de esa provincia en sus bases en Afganistán.

El ataque contra Save the Children, que ayuda a los niños que trabajan en la calle y está presente en Afganistán desde 1976, es el último de una serie de ataques contra organizaciones en el país.

La decisión de la ONG de suspender sus operaciones subraya los crecientes peligros para los cooperantes, entre los que cada vez ha habido más víctimas de la violencia insurgente en los últimos años.

El Comité Internacional de la Cruz Roja anunció en octubre que reduciría “drásticamente” su presencia en el país, después de que siete de sus empleados murieran en ataques el último año.

Las fuerzas afganas y estadounidenses han llevado a cabo operaciones aéreas y sobre el terreno contra combatientes del EI en Nangarhar.