Los mítines en varias ciudades de Irán han dado un giro inesperado: lo que en principio tuvo carácter clerical, ahora ha virado hacia movimientos seculares dirigidos principalmente contra el régimen del mullah.

“Es importante tener cuidado”, advirtió previamente el vicepresidente iraní Ishaq Jahangiri: aquellos que provocan protestas políticas, fácilmente arriesgan perder el control. “Creen que están atacando al Gobierno a través de sus acciones”, cuando, de hecho, se perjudican a sí mismos, había manifestado el vicepresidente.

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Y Jahangiri aparentemente tenía razón. Así como muchos observadores notaron, las protestas no comenzaron en cualquier parte, sino en la ciudad de Mashhad, en el noreste del país, cerca de la frontera con Turkmenistán. La ciudad, de tres millones de habitantes, es uno de los siete lugares sagrados del islam chiita y la ciudad natal del clérigo conservador Ebrahim Raisi: en las elecciones presidenciales de mayo de 2017, fue el rival más importante del actual presidente iraní, Hassan Rohani.

Del mismo modo, el suegro de Raisi, el clérigo radical Ahmad Alamolhoda, tiene como base la ciudad de Mashhad. Recientemente, Alamolhoda había protestado en contra de que en Irán se pudiesen dar conciertos nuevamente.

Las protestas en curso se encendieron un día después de que el jefe de Policía de Teherán anunciara que las mujeres que violaran las normas de encubrimiento ya no serían arrestadas, sino que tendrían que asistir a clases para ser educadas.

“Los clérigos se comportan como dioses”

La suposición de que el círculo alrededor de Raisi y Alamolhoda había instigado las protestas resonó en la advertencia de Jahangiri. Pero ahora los mítines aparentemente se salieron de control: primero, tuvieron un impulso decididamente conservador, en el cual los manifestantes trajeron inquietudes sociales, como la crítica al aumento de los costos de vida. Pero luego el carácter de las manifestaciones cambió.

Cada vez más, las protestas se dirigieron contra el poder establecido religioso del país, contra los privilegios materiales de los clérigos y el curso político y social que ellos imponen en el país. “La gente mendiga mientras los clérigos se comportan como dioses”, exclamaban manifestantes, según un informe de la BBC. En la ciudad de Abhar, en el noroeste del país, la gente quemaba, según medios de comunicación, las imágenes del líder revolucionario iraní, el ayatolá Ali Khamenei.

También se volvieron contra el curso de la política exterior que los líderes revolucionarios establecieron para el país, especialmente contra las aspiraciones hegemónicas que el liderazgo ha mostrado, especialmente desde el estallido de la guerra siria. “No Gaza, no Líbano, mi vida por Irán”, gritaban manifestantes. Las fuerzas que los clérigos usan en asuntos exteriores, dijeron, deberían gastarse en remediar las necesidades domésticas.

Crítica hacia los males sociales

Entre los manifestantes se encuentran especialmente aquellos que han sufrido por la alta tasa de inflación que ha plagado al país desde principios de los años setenta. En los últimos años del reinado de sah Mohammad Reza Pahleví, la tasa de inflación había sido de más del 15 por ciento, pero en la década de 1990, bajo la presidencia de Akbar Hashemí Rafsanyaní, aumentó a más del 25 por ciento. En los años siguientes, se redujo a casi el 18 por ciento, con fluctuaciones ocasionales, para asentarse bajo el actual presidente Rohani en poco menos del nueve por ciento, el nivel más bajo en más de 40 años.

STR | Agence France-Presse
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Sin embargo, muchos ciudadanos están insatisfechos. También porque el próximo presupuesto prevé la reducción de la asistencia social, lo que afectaría especialmente a las secciones más pobres del país. Y es que es poco probable que muchos de ellos mejoren su situación social en los próximos años: el Fondo Monetario Internacional (FMI) espera un 12 por ciento de desempleo en los próximos años.

“Muerte a los talibanes”

También hay esperanzas de las consecuencias positivas del acuerdo nuclear entre Irán, las potencias con derecho a veto de la ONU y Alemania. Pero el levantamiento de las sanciones aún no ha llevado al deseado alivio económico. Y los manifestantes culpan a los clérigos por esto: “Muerte a los talibanes”, gritaban. Según muchos manifestantes, los clérigos chiitas aparentemente difieren solo marginalmente de los extremistas sunitas en el vecino Afganistán.

Si la protesta fue de hecho instigada inicialmente por clérigos conservadores, estos han calculado erróneamente, así como predijo el vicepresidente Jahangiri. Ahora, el genio que dejaron escapar de la lámpara parece estar dirigido contra ellos y el orden político y social del que son responsables. Las manifestaciones no están dirigidas contra Rohani, dijo un manifestante a la BBC, sino contra el “podrido” sistema iraní.

El “puño de hierro de la nación”

Mientras tanto, el Estado ha arremetido con gran fuerza en contra de los manifestantes. Verán el “puño de hierro de la nación”, advirtió un alto general. Se han registrado personas muertas durante las protestas. Aún no está claro quién es responsable de estas muertes. Pero lo que sí está claro es que las autoridades han elegido tomar el camino difícil. En Arak, a unos 300 kilómetros al suroeste de Teherán, 80 manifestantes fueron arrestados durante la noche, según dijo un representante de la agencia de noticias Ilna. Al parecer, habían intentado invadir edificios del Gobierno. La situación está nuevamente bajo control.

A pesar de la fuerte postura de las autoridades, muchos iraníes no se han dejado amedrentar. Los videos en las redes sociales muestran a miles de personas manifestando en la capital, Teherán, pero también en ciudades como Isfahán o Jorramabad. La mayoría de los informes no pudieron ser verificados al principio, ya que las autoridades han bloqueado parcialmente el internet.

Tal vez las manifestaciones son solo el comienzo de nuevos mítines. La exiliada iraní y Premio Nobel de la Paz Shirin Ebadi espera que las protestas sean aún más grandes que las de 2009.