El príncipe heredero saudí había acudido a un foro en Riad para desvelar la creación de una enorme zona de desarrollo económico en el mar Rojo, pero acabó mostrando su intención de transformar radicalmente el reino ultraconservador musulmán.

Mohamed bin Salmán, de 32 años, prometió el martes una Arabia Saudí “moderada”, alejada de la imagen de un país árabe considerado durante mucho tiempo como el mayor exportador del wahabismo, una versión rigorista del islam que adoptaron numerosos yihadistas en todo el mundo.

El sorprendente discurso se enmarca en un plan de reformas inspiradas por el príncipe, que supone la mayor transformación cultural y económica en la historia moderna del reino, según varios analistas.

“El 70% de la población saudí tiene menos de 30 años y, francamente, no vamos a pasar 30 años más de nuestra vida aceptando ideas extremistas y vamos a destruirlas ahora”, declaró Mohamed bin Salmán, suscitando los aplausos de los asistentes a la conferencia económica celebrada el martes en Riad.

“Volvemos a lo que éramos antes, un país con un islam moderado, tolerante, abierto al mundo y a todas las otras religiones”, añadió el príncipe al que muchos de sus detractores acusan de “autoritarismo”.

“Está claro que está transformando el reino, lo cual implica una esfera religiosa más dócil y menos influyente”, opinó el analista Lori Boghardt del Washington Institute for Near East Policy.

Posible oposición

La visión de una Arabia Saudí moderada, considerada durante mucho tiempo como un oxímoron, es arriesgada y podría desencadenar una reacción de los conservadores.

Pero, a pesar de ello, se va concretizando. El mes pasado, las mujeres obtuvieron el derecho de conducir, los cines abrirán pronto, y las saudíes celebraron por primera vez celebraciones de la fiesta nacional en un estadio en el que había hombres.

Durante la conferencia económica del martes, había incluso mujeres vestidas a la manera occidental.

El gobierno anunció asimismo la creación de un centro encargado de “certificar” las palabras del profeta Mahoma y excluir cualquier interpretación “falsa y extremista”.

Y la policía religiosa, encargada de hacer respetar la segregación de sexos, casi desapareció de las ciudades.

Algunos de los religiosos conservadores que se opusieron durante mucho tiempo a la evolución del estatuto de la mujer aceptaron la decisión de dejarlas conducir.

Según Ali Shihabi, director de la Arabia Foundation en Washington, el príncipe heredero obró entre bastidores para llevar a algunos dignatarios religiosos a apoyar sus reformas.

Consenso imposible

Al tiempo que procuraba aflojar la presión de los círculos religiosos sobre la sociedad saudí, el príncipe heredero, nombrado el 21 de junio, reforzó su control político sobre el poder, ordenando el arresto de disidentes, incluidos religiosos influyentes, y de intelectuales.

Entre sus partidarios se impone una idea: es imposible lograr un consenso en un país que es escenario de reformas sin precedentes.

Varios responsables gubernamentales compararon la campaña de reformas a un autobús lanzado a toda prisa: uno puede subirse a él o quedarse atrás.

“Los soñadores son los únicos bienvenidos”, dijo el príncipe Mohamed, mientras que algunos analistas económicos temen unos cambios demasiado rápidos en el reino.

“Se puede decir que hace demasiadas cosas, o demasiadas pocas o demasiado tarde”, dijo Stephen Potter, vicepresidente de la compañía estadounidense Northern Trust, que asistió al foro económico de Riad. “Pero todos coincidimos en que el cambio es necesario y en que esto es mejor que no hacer nada”.