Abu Bakr al Bagdadi, cuya muerte fue anunciada el martes por una ONG siria, era el hombre más buscado del mundo. Discreto, fue progresivamente ganando galones hasta convertirse en el indiscutible jefe del grupo yihadista Estado Islámico (EI), cuyo califato pierde cada día más terreno.

La muerte del líder yihadista de 46 años fue “confirmada por altos responsables del EI” presentes en Siria, indicó el Observatorio Sirio de Derechos Humanos (OSDH), que no está en condiciones de decir cuándo, cómo y donde murió.

En los últimos años circularon frecuentes rumores e informaciones sobre la muerte de Al Bagdadi, pero jamás fueron confirmados. En junio, Rusia afirmó que probablemente habría matado al jefe del EI en un bombardeo aéreo, realizado a fines de mayo cerca de Raqa, en Siria.

El “fantasma” o “califa Ibrahim”, como era llamado, hizo su única aparición pública en un vídeo, grabado en una mezquita de Mosul y difundido en julio de 2014, cuando proclamó su “califato”. Llevaba barba gris, turbante y ropa oscura.

Mosul, que permaneció tres años bajo el yugo del EI, fue reconquistado este lunes por las fuerzas iraquíes.

El pasado mes de noviembre, Al Furqan, un medio de comunicación afiliado al EI, difundió un mensaje sonoro en el que un hombre al que identificaba como Al Bagdadi llamaba a sus tropas a resistir frente al avance del ejército iraquí en Mosul.

Se dice que Al Bagdadi habría abandonado Mosul -segunda ciudad de Irak- a principios de 2017, y que fue visto en varios lugares cercanos a la frontera entre Siria e Irak.

Estados Unidos ofrecía 25 millones por su captura.

Pasión por el fútbol

Ibrahim Awad al Badri, su verdadero nombre, o Abu Bakr al Bagdadi era un niño “introvertido, no muy seguro de sí mismo”, relata a la Agence France-Presse, la periodista Sofia Amara, autora de un documental sobre su recorrido. El hombre habría nacido en 1971 en Samarra, al norte de Bagdad.

Tuvo cuatro hijos con su primera esposa entre 2000 y 2008, y otro con una segunda. Una de ellas lo describió como un “padre de familia normal”.

Este apasionado de fútbol soñaba con ser abogado, pero sus insuficientes resultados escolares no le permitieron seguir estudios de derecho. También contempló enrolarse en el ejercito pero su mala vista se lo impidió. Finalmente estudió teología en Bagdad.

En efecto, según un documento de los servicios secretos iraquíes, Al Bagdadi tenía un doctorado en estudios islámicos y fue profesor en la universidad de Tikrit (norte).

Al Bagdadi se unió a la insurrección en Irak poco después de la invasión estadounidense de 2003, y habría sido encarcelado en un campo de detención norteamericano, en Bucca.

Esta inmensa prisión, donde se juntaban los dignatarios derrocados del régimen de Sadam Husein integrantes del movimiento yihadista sunita, sería llamada la “universidad de la yihad”.

Fue liberado en 2004 y se sumó a Abu Musab Al Zarqaui, que dirigía una guerrilla sunita bajo la tutela de Al Qaida. Luego lo reemplazaría en la jefatura con el nombre de Abu Bakr Al Bagdadi, en referencia a Abu Bakr, primer califa sucesor del profeta Mahoma.

A continuación, consiguió transformar este grupo en la más potente, rica y brutal organización yihadista del mundo, asentándose en Siria en 2013 y en Irak en 2014, ya con el nombre de Estado Islámico.

Sus éxitos militares y su propaganda cuidadosamente elaborada atrajeron a miles de partidarios del yihad de todo el mundo.

Religión de la guerra

Su trayectoria difiere de la de Osama Bin Laden, que desarrolló Al Qaida gracias a su fortuna y a quien se le conocía internacionalmente mucho antes de los ataques del 11 de septiembre, principalmente por los numerosos vídeos en los que aparecía.

Al Bagdadi “evita ser el centro de atención y, en sus discursos, habla sobre su califato y sobre sus enemigos, no sobre sí mismo”, apunta un experto de Soufan Group.

En una grabación de mayo de 2015, Al Bagdadi exhortaba a los musulmanes a sumarse al “califato” o a librar la guerra santa en sus países. “El islam no fue nunca una religión de paz. El islam es la religión de la guerra”, sentenciaba.