Los frentes en Siria vivían el sábado su segundo día de calma a pesar de algunas hostilidades, mientras Rusia busca obtener el apoyo del Consejo de Seguridad a esta tregua, que abriría la vía a negociaciones para poner fin al conflicto.

El alto el fuego, del que están excluidos los grupos yihadistas Estado Islámico (EI) y Fateh al Sham, debería ser el preludio de las negociaciones de paz previstas a finales de enero en Kazajistán, auspiciadas por Moscú y Teherán, aliados del régimen, y Ankara, que apoya a los rebeldes.

Por segundo día consecutivo, “la calma reina en la mayoría de las regiones sirias“, en aplicación de una tregua, la primera desde septiembre, que entró en vigor el jueves a medianoche, informó el director del Observatorio Sirio de los Derechos Humanos (OSDH), Rami Abdel Rahman.

Solo “se producen algunos enfrentamientos y bombardeos de artillería del régimen en la región de Wadi Barada cerca de Damasco y en la ciudad de Deraa (sur)”, precisó a la AFP el responsable.

La aviación del régimen efectuó diez ataques aéreos contra Wadi Barada, según el OSDH.

Wadi Barada es una de las principales zonas de suministro de agua potable para los cuatro millones de habitantes de la capital siria y sus alrededores. El gobierno acusa a los rebeldes de haber “contaminado con gasóleo” el agua que llega a Damasco.

Aprovechando el cese de las hostilidades, los niños pudieron retomar el camino hacia la escuela en la provincia de Idlib, controlada por Fateh al Sham (ex Frente Al Nosra, rama de Al Qaida en Siria), un grupo considerado “terrorista” por Washington y Moscú.

Alianza complicada

Desde el inicio de la tregua, han muerto dos civiles, uno por un francotirador en Duma, cerca de Damasco, y el otro, en un bombardeo cerca de Wadi Barada, donde los enfrentamientos persisten desde hace una semana entre el régimen y los rebeldes aliados de Fateh al Sham.

Como en las anteriores treguas, que fracasaron a los pocos días, la alianza de los insurgentes con Fateh al Sham complica la aplicación del alto el fuego.

Muy debilitados, estos grupos rebeldes no pueden distanciarse de la formación extremista, que cuenta con mejor equipamiento y tiene un papel militar clave en la batalla contra el régimen. En las regiones bajo su control, los rebeldes son sus aliados.

“No se tiene que excluir a ningún grupo en Idlib, sino la tregua fracasará”, afirmó Mohamad, de 28 años, que espera que se resuelva este conflicto, que ha dejado más de 310.000 muertos y millones de refugiados desde 2011.

El EI, en cambio, actúa solo en las regiones que controla, en el norte sirio, y sigue siendo el objetivo de los bombardeos rusos, estadounidenses, turcos y sirios.

Según el Pentágono, su jefe, Abu Bakr al Bagdadi, sigue vivo, a pesar de los esfuerzos de la coalición internacional liderada por Estados Unidos para eliminarlo.

‘Diálogo productivo’

Por primera vez desde el inicio del conflicto, Estados Unidos, que apoya a la oposición, se ha visto excluido de las negociaciones de alto el fuego.

Para el emisario de la ONU en Siria, Staffan de Mistura, este acuerdo “abrirá el camino para un diálogo productivo”, pero reiteró que quería que las negociaciones a través de la ONU persistieran el próximo año.

El sábado, el Consejo de Seguridad de la ONU inició consultas a puerta cerrada que podrían ser seguidas de un voto sobre una resolución de apoyo a la iniciativa ruso-turca.

Rusia, por su parte, espera obtener el espaldarazo del Consejo de Seguridad a su iniciativa mediante una resolución “por unanimidad”.

El embajador ruso en la ONU, Vitali Churkin, dijo que había sometido un proyecto de resolución para “aprobar” el plan y que esperaba que el voto tuviera lugar el mismo sábado.

Las negociaciones que Moscú quiere organizar en la capital de Kazajistán, Astana, están previstas a finales de enero, según Churkin, antes de las negociaciones intersirias auspiciadas por la ONU, previstas el 8 de febrero en Ginebra.

El conflicto en Siria, desencadenado en 2011 por la sangrienta represión de las manifestaciones pacíficas prodemocracia en el país, se transformó en una compleja guerra que implica a numerosas potencias regionales e internacionales.

Sólo en el 2016, cerca de 60.000 personas perdieron la vida en los combates y los bombardeos, y de ellos 13.617 eran civiles, según un balance del OSDH.