La primera ministra británica Theresa May presidió este lunes una reunión del Consejo nacional de seguridad sobre el atentado con gas nervioso contra un ex espía ruso, entre presiones para que tome represalias contra Rusia.

Además, las autoridades británicas fueron señaladas por haber tardado una semana en admitir que quedaban rastros de contaminación en el bar y restaurante a los que acudieron Serguéi Skripal y su hija Yulia antes de ser hallados inconscientes en un banco en plena calle en la ciudad inglesa de Salisbury, en el sudoeste del país.

El ex coronel y su hija siguen en estado grave en el hospital, junto a un policía que también resultó herido al atenderles pero cuyo estado no es tan preocupante.

La primera ministra ha recibido llamados de políticos relevantes para que tome represalias contra Rusia por el crimen, aunque Moscú ha negado cualquier implicación y la investigación no la señala de momento.

“Es una investigación en curso, es importante que permitamos a la policía continuar con su trabajo”, dijo a la prensa un portavoz de May comentando la reunión del Consejo de seguridad nacional.

“Si alcanzamos un punto en que podemos atribuir este atentado, lo haremos y el gobierno dará la respuesta apropiada”, añadió.

“Me sorprendería que no señale al Kremlin”

El diputado Tom Tugendhat, que preside el comité de Relaciones Exteriores de la Cámara de los Comunes, dijo este lunes que el crimen tiene “toda la mala pinta de un intento de asesinato auspiciado por un Estado”.

Tugendhat cree que May no tardará en responder, y, añadió, “me sorprendería que no señale al Kremlin” de Vladimir Putin.

El portavoz de Putin, Dimitri Peskov, volvió a negar la implicación de Moscú y estimó que “es un incidente ocurrido en territorio británico, y no es un tema ni de Rusia ni de sus dirigentes”.

Algunas voces estimaron que si a Rusia se le hubiera ocurrido volver a tratar de matar de nuevo a uno de sus ex agentes en suelo británico, la culpa sería en parte de la tibia respuesta de Londres a la muerte de Alexander Litvinenko hace 12 años.

“Desgraciadamente volvió a ocurrir, no se aprendieron las lecciones del asesinato de mi marido”, dijo la viuda de Litvinenko a la BBC.

Este antiguo agente de los servicios secretos rusos se volvió un feroz crítico de la corrupción en el Kremlin de Vladimir Putin, y acabó siendo asesinado con polonio-210 en un hotel de Londres, en lo que fue descrito durante la investigación como el primer atentado nuclear.

El antiguo agente murió en 2006 al cabo de tres semanas de agonía atroz y la cafetería del hotel donde se cometió el envenenamiento acabó fuertemente contaminada.

Polémico aviso una semana después

Tras una semana diciendo que no existía peligro para el público, las autoridades pidieron a cerca de 500 clientes que estuvieron en el pub y el restaurante en los que Skripal y su hija tomaron algo y comieron antes de caer enfermos, lavaran la ropa usada aquel día porque se habían encontrado huellas de contaminación.

Además, se les pidió que limpiaran con toallas húmedas o agua con jabón todos los accesorios, objetos y cartera que tenían, incluidos los teléfonos celulares.

“Hemos sabido que hay rastros de contaminación con el agente neurotóxico en el Mill Pub y en el restaurante Zizzi de Salisbury”
, declaró en una conferencia de prensa la jefa del Public Health England, Sally Davies.

“Estoy convencida de que esto no ha puesto en peligro la salud de quienes se encontraban en el Mill Pub o el Zizzi”, agregó, considerando que la medida de precaución concierne a “menos de 500 personas”.

Las víctimas se encontraban el domingo en “estado crítico pero estables” en cuidados intensivos, dijo en una conferencia de prensa Cara Charles-Barks, directora general del servicio público de salud (NHS) en Salisbury. El policía hospitalizado después de su intervención en este caso está “consciente” aunque también permanece “en un estado grave pero estable”.