No son los cambios en su rostro producto de la cirugía estética los que acaparan ahora los titulares italianos, pero parece toda una analogía con sus renovadas aspiraciones políticas.

A sus 81 años, Silvio Berlusconi vuelve a las andadas en este ajedrez y lo hace sabiendo donde hay que pasar el bisturí en tiempos de desencanto del poder en la península itálica.

Italia atraviesa desde la última década una historia de crisis económicas. En 2008 “la gran recesión” le daba la bienvenida a Berlusconi a su tercer periodo al frente del país, con una economía que se contraía al 1% pero con el optimismo del consumidor paseando por los comercios, hoteles y restaurantes para anestesiar la situación. El reelecto primer ministro sorteaba con esta bonanza de primer mundo la galopante contracción económica y barría dejando bajo la alfombra durante tres años -hasta 2011- el polvo de la creciente deuda producto de un gasto público excesivo heredado de sus predecesores, pero que no se hizo esfuerzo en corregir.

Los mercados desconfiaban ya de su gestión y de la capacidad de pago de la entonces tercera economía europea, cuyo desempeño había caído en 0,2% para 2012.

A la crisis financiera se sumó la personal y por ende, política. Las interminables fiestas de “Il Cavaliere“, como era conocido Berlusconi, ya tenían cansados tanto a los italianos como a la misma Unión Europea (UE). Los excesos lo llevaron a dimitir por presión de la UE, tras vinculársele incluso con prostitución de menores, un escándalo sexual en el que, siendo funcionario, se jactaba por teléfono con sus aliados de acostarse en una sola noche con 8 mujeres, mientras la crisis… la otra, de tipo económica, daba de bofetadas a Italia.

Las arrugas de la izquierda y el bisturí de la derecha

Es irónico que uno de los principales argumentos para la salida de Berlusconi fuera el mal manejo de la economía y que ahora, tras pasar una década desde su llegada al poder, sea una recuperación lenta y casi invisible para los italianos (sólo 0,4% del PIB en 2017) la punta de lanza para su “rescate” de Italia, más considerando que el expremier se marchó dejando las finanzas en el quirófano.

Que Italia no haya recuperado la paz financiera en diez años es el caballo de batalla de Berlusconi, promoviendo una nueva cara para la derecha italiana a costa de las imperfecciones en el rostro de la izquierda. La falta de políticas que han dado paso a llegada masiva de inmigrantes, suma otra imperfección facial a la gobernante izquierda.

El plan de Berlusconi está fijado según analistas italianos, sin importar que producto de sus escándalos políticos y personales, siga inhabilitado para ejercer cargos públicos hasta 2019. Tiene un as bajo la manga: en las últimas semanas se ha reunido con líderes de la derecha de su país y los ha convencido de que deben iniciar una cirugía política a la demacrada Italia. Conformó para este fin una coalición entre su partido Forza Italia, La Liga de Matteo Salvini y Hermanos de Italia de Giorgia Meloni.

¿Cómo recuperar el poder inhabilitado para postular a un cargo público?

Berlusconi confía en que la apelación de sus abogados ante el Tribunal Europeo de Derechos Humanos (TEDH) logrará dejar atrás las acusaciones de fraude fiscal por las que fue condenado en 2013, sumado a su ruidoso escándalo de prostitución. El fallo no llegaría antes de las elecciones de marzo, por lo que el nuevo bloque de derecha no está obligado a revelar quien sería el primer ministro italiano en caso de obtener la victoria en las urnas. Eso lo decidirían después de la elección… y si es que triunfan.

De obtener una respuesta una positiva en las urnas pero negativa en lo judicial, Berlusconi aún estará en el espectro político de nuevo, no con el máximo cargo sino tomando decisiones tras bambalinas, según analistas locales.

Las encuestas

La coalición de derecha de Berlusconi, su principal opción para gobernar aunque todavía esté inhabilitado para hacerlo, crece como la espuma en las principales encuestas de opinión. Dos de ellas realizadas hace un par de semanas, revelan que la centroderecha tiene una intención de voto de entre 38% y 39,2%, del 40% necesario para agenciarse el triunfo este 4 de marzo.

Por su parte la coalición de centroizquierda liderada por el Partido Demócrata (PD) no la tiene fácil. Esto porque según las encuestas de IPR y Tecne citadas por Reuters, ha caído de un 22% a 20% en las preferencias electorales. De hecho, con el apoyo de sus aliados más cercanos aún obtiene apenas un 25%, insuficiente para gobernar.

Parece que las propuestas de Berlusconi y su bloque de derecha están dando el tono a la balada favorita de los italianos: abolir las reformas de las pensiones y del mercado laboral. Un nuevo rostro para una Italia con economía demacrada, pero con el fantasma de las operaciones complicadas de este reconocido antiguo paciente.