El presidente estadounidense Donald Trump pidió este miércoles a su homólogo turco Recep Tayyip Erdogan moderación, y le exigió que redujera sus operaciones militares en Siria, donde Ankara lanzó hace cinco días una vasta ofensiva contra una milicia kurda aliada de Estados Unidos.

Washington, cuyas relaciones con Ankara son distantes desde hace un año, teme que la operación contra las fuerzas que apoya en Siria perjudique la lucha contra el grupo Estado Islámico (EI), sobre todo teniendo en cuenta que los combatientes kurdos que Erdogan ha decidido eliminar fueron el año pasado la punta de lanza de la toma de Raqa de manos de los yihadistas.

En una llamada telefónica, el millonario republicano “exhortó a Turquía a reducir y limitar sus acciones militares”, y pidió al presidente turco que evite “toda acción que pueda provocar un enfrentamiento entre las fuerzas turcas y estadounidenses”.

Trump insistió también, según un comunicado de la Casa Blanca, en el hecho de que “ambos países tienen que concentrar (sus) esfuerzos (…) en la derrota del EI”.

Aunque reconoció que Turquía podía tener “inquietudes legítimas” en términos de seguridad, también destacó “inquietudes sobre la retórica falsa y destructiva procedente de Turquía”, sobre todo en lo “concerniente a los ciudadanos de Estados Unidos”.

Las declaraciones de Trump fueron respaldadas este miércoles por el enviado especial estadounidense ante la coalición internacional antiyihadista, Brett McGurk.

“Estamos dispuestos a trabajar con Turquía sobre sus inquietudes legítimas relativas a la seguridad, pero una operación prolongada podría dar vida de nuevo al EI, ahora que se encuentra en el camino de la derrota”, escribió McGurk en Twitter tras una visita a Siria.

Por su parte, Recep Tayyip Erdogan pidió a Washington que acabe con el apoyo armado a las unidades de Protección Popular kurdas (YPG), la milicia a la que apunta Turquía en Siria, insistiendo en el hecho de que Turquía actúa en el marco del derecho internacional, en nombre de la seguridad y del derecho a la defensa propia, según informaciones de la agencia estatal Anadolu.

Cohetes en Turquía

En el terreno, dos misiles lanzados desde Siria causaron dos muertos el miércoles en un pueblo del sur de Turquía, Kilis, donde alcanzaron una mezquita y una vivienda, según una corresponsal de la AFP en el lugar.

Dos personas, originarias de Turquía y de Siria, perdieron la vida y 11 resultaron heridas, dice un comunicado de la gobernación de Kilis, que imputa estos disparos a los combatientes de las YPG, consideradas “terroristas” por Ankara.

Poco después, en Kilis se escucharon disparos de respuesta por parte de la artillería turca en dirección a Siria.

Horas antes de los lanzamientos de cohetes, Erdogan anunció, en un discurso en Ankara, que “el ejército turco y el ejército sirio libre están tomando el control de Afrin paso a paso”. “Esta operación va a continuar hasta la eliminación del último miembro de esta organización terrorista”, añadió.

Según el director del Observatorio Sirio de Derechos Humanos (OSDH), Rami Abdel Rahmane, este miércoles varios ataques turcos se concentraron en las zonas fronterizas, en el noroeste y el noreste de la región de Afrin, “para forzar a las YPG a recular y abrir la vía para un avance terrestre”.

Según Rahmane, no obstante, las fuerzas turcas y sus aliados apenas progresaron.

Desde el sábado, murieron más de 90 combatientes de las YPG y de grupos rebeldes sirios favorables a Ankara, así como 30 civiles, la mayoría en bombardeos turcos, según OSDH.

Ankara, que desmiente haber atacado civiles y afirma haber liquidado al menos a 287 “terroristas”, dice que también murieron tres soldados turcos.

Por otra parte, Alemania indicó que pedirá al ministro turco de Defensa explicaciones sobre la ofensiva, ante el debate generado en el país por la difusión de imágenes de tanques alemanes “Leopard 2” desplegados contra los combatientes de las YPG.

Turquía lanzó su operación después de que la coalición internacional antiyihadista liderada por Estados Unidos anunciara la creación de una fuerza fronteriza de 30.000 efectivos en el norte de Siria, compuesta sobre todo de miembros de las YPG.

Este anuncio suscita la ira de Ankara, que considera que las YPG son un grupo terrorista vinculado al Partido de los Trabajadores del Kurdistán (PKK), que lleva a cabo una insurgencia en Turquía desde hace tres décadas y también es considerada terrorista por Turquía y sus aliados.