El exministro de Economía ruso, Alexei Uliukayev, juzgado en Moscú por corrupción, acusó este miércoles al poderoso jefe de la petrolera Rosneft, allegado al presidente Vladimir Putin, de haberle tendido una trampa con la ayuda de los servicios secretos rusos para hacerlo caer.

El exministro, de 61 años, es sospechoso de haber intentado obtener dos millones de dólares de Rosneft en un caso que provocó verdadera conmoción en los medios financieros, por lo que puede ser condenado a 15 años de prisión.

En el primer día de audiencia del proceso -que comenzó técnicamente la semana pasada- el más alto responsable detenido por corrupción desde la llegada al Kremlin de Putin, en 2000, denunció lo “absurdo” de la acusación, “la falta de pruebas” y una “acusación basada exclusivamente en las afirmaciones de (Igor) Sechin”, director general del gigante del petróleo Rosneft.

El acusado, vestido con un polo azul a rayas, relató las rocambolescas condiciones de su detención el 14 de noviembre de 2016 en los locales de Rosneft.

Según la acusación leída este miércoles, el exministro exigió al directivo de Rosneft dos millones de dólares “a título de agradecimiento”, por haber autorizado la venta de la parte del Estado en el productor petrolero Bachneft a Rosneft, tras haberse opuesto a ella.

Esta operación se llevó a cabo con el apoyo de Putin y supuso la mayor venta de activos realizada en 2016 por el Estado ruso, que esperaba así sanear su presupuesto lastrado por el derrumbe de los precios del petróleo.

Sechin, objeto de amenazas si rehusaba, habría citado al ministro y le habría entregado una bolsa con la suma exigida, que fue hallada en el maletero de su coche oficial.

El acusado, que daba por primera vez su versión de los hechos en público, contraatacó con vehemencia y citó directamente al directivo de Rosneft: “Sechin me llamó personalmente (…) Me convenció de que acudiera a Rosneft”. Entonces se habría producido la entrega de la bolsa “planificada previamente por agentes del FSB”.

Se trató de una “provocación organizada desde arriba a partir de una denuncia falsa” de Igor Sechin, dijo el exministro, que ha perdido 14 kilos desde su detención y su destitución del cargo por Putin.

“Nada ha cambiado”

Este caso supone la primera detención por corrupción de un ministro en ejercicio desde el desmembramiento de la URSS.

Putin lo destituyó de inmediato y lo reemplazó por un economista de 35 años, Maxime Oreshkin.

La enormidad de los hechos imputados a los actores en este caso -por un lado un ministro tecnócrata poco carismático y partidario de reformas liberales y, por el otro, una empresa semipública muy poderosa- suscitó gran sorpresa e incomprensión en el ala liberal del poder ruso.

Al acercarse las elecciones presidenciales de marzo de 2018, algunos comentaristas ven en esta detención un nuevo episodio de la lucha que opone a los clanes que gravitan en torno a Putin, y una demostración de fuerza de los “siloviki”, procedentes de los servicios de seguridad, de los que Igor Sechin es considerado un jefe de fila, frente a los liberales afines a Uliukayev.

Sechin, exjefe de la administración presidencial, es un hombre cercano a Putin ya desde los años 1990. Es considerado el artífice de la transformación de Rosneft de una modesta sociedad pública a un gigante multinacional, a golpe de operaciones bursátiles pero también de controvertidas decisiones judiciales.

Antes de que se iniciara la audiencia de este miércoles, el acusado comentó que en su mesa de luz tiene un relato de Anton Chejov, “Un asesinato”.

“Chejov ha escrito mucho sobre los tribunales y los investigadorss. Nada ha cambiado en 150 años”, subrayó el exministro.

El juicio se reanudará el 1 de septiembre.