Los investigadores rusos anunciaron el martes que el atentado que dejó 14 muertos la víspera en el metro de San Petersburgo había sido perpetrado por un kamikaze, destacando que la diligencia de un empleado de metro impidió un segundo ataque.

Según el último balance anunciado por la ministra de Sanidad rusa, Veronika Skvortsova, 14 personas murieron en la explosión o posteriormente en el hospital y 49 habían resultado heridas en la antigua capital imperial, que ha decretado tres días de luto.

Los investigadores del Comité de Investigación ruso, de los servicios secretos y del ministerio del Interior “establecieron que la bomba artesanal pudo haber sido activada por un hombre cuyos restos fueron encontrados en el tercer vagón” del tren, precisando que ya se ha determinado su identidad, aunque se mantenía en secreto en interés de la investigación.

Previamente, los servicios de seguridad de Kirguistán, exrepública soviética de Asia Central habían indicado a la Agence France-Presse que el kamikaze era un ciudadano kirguiso de la región de Och, una zona que ha provisto al grupo Estado Islámico (EI) de un importante contingente de yihadistas.

“El kamikaze en el metro de San Petersburgo (noroeste de Rusia) era el ciudadano kirguiso Akbarjon Yalilov (…), nacido en 1995″, declaró a la Agence France-Presse el portavoz de los servicios de seguridad kirguisos, Rajat Saulaimanov, añadiendo que “probablemente” hubiera adquirido la nacionalidad rusa.

El ataque no ha sido reivindicado, pero se produce después de que la organización yihadista Estado Islámico llamara a atacar Rusia a raíz de su intervención en apoyo a las fuerzas de Bashar al Asad en Siria, desde septiembre de 2015.

Se trata de “un desafío lanzado a todos los rusos, incluido al jefe del Estado, incluido a nuestro presidente”, afirmó durante una rueda de prensa el portavoz del Kremlin, Dmitri Peskov.

Otra bomba desactivada

La explosión se produjo a las 14:40 (08:40 de Chile), según los servicios secretos (FSB), en una formación del metro cuando circulaba entre dos estaciones de una frecuentada línea que atraviesa el centro de la ciudad, Instituto Tecnológico y Sennaya.

Las víctimas eran de Rusia, Bielorrusia, Kazajistán y Uzbekistán, según las autoridades locales.

Las imágenes difundidas en las redes sociales y cadenas de televisión rusas muestran un vagón del metro con las puertas abiertas hacia el exterior, efecto de la explosión, y numerosos viajeros que tratan de sacar a las víctimas de entre los restos del vagón siniestrado.

Poco después de la primera explosión, una bomba casera “fue detectada a tiempo (por un trabajador) y neutralizada” en otra estación, Ploshad Vosstaniya, en pleno centro de la ciudad, anunció el Comité antiterrorista.

Rusia no había sufrido un ataque de tal magnitud desde la explosión en octubre de 2015 de un avión que cubría la línea entre Egipto y Rusia con 224 personas a bordo, un atentado reivindicado por el EI.

Desde entonces, las inestables repúblicas rusas del Cáucaso han sido escenario de varios atentados y los servicios de seguridad rusos habían anunciado en varias ocasiones el desmantelamiento de células yihadistas dispuestas a atentar en Moscú y San Petersburgo.