Dos años después de que se estrellara el A320 de Germanwings en los Alpes franceses, el padre del copiloto que provocó la catástrofe cuestionó este viernes la hipótesis del suicidio de su hijo, suscitando indignación.

El 24 de marzo de 2015, a bordo del vuelo 4U 9525 entre Barcelona y Dusseldorf, Andreas Lubitz, el copiloto de 27 años que tomaba antidepresivos, aprovechó que el comandante de vuelo había salido de la cabina de pilotaje para estrellar el avión contra una montaña del sur de los Alpes, según los investigadores.

En la catástrofe murieron 144 pasajeros, en su mayoría alemanes (72) y españoles (50), y seis miembros de la tripulación, incluido el copiloto.

“Nosotros también buscamos respuestas”, aseguró Günter Lubitz, padre de Andreas, que se expresó en una rueda de prensa en Berlín, por primera vez desde la catástrofe.

“Hace dos años que me siento como los demás familiares (de las víctimas): me siento estupefacto ante esa tragedia”, añadió el hombre, que tiene un gran parecido con su hijo. “Lo que les digo ahora, lo digo con mucha precaución porque es muy fácil que se malinterprete”, añadió.

“Nuestro hijo no era una persona depresiva en el momento del suceso, sino una persona optimista, responsable y comprometida“, aseguró.

A su lado, un periodista especializado en aviación civil, Tim van Beveren, cuestionó las conclusiones de la investigación, señalando lo que presentó como errores e incoherencias.

Van Beveren criticó especialmente al fiscal de Marsella (sur de Francia), Brice Robin, que designó rápidamente a Andreas Lubitz como el único responsable de la catástrofe.

Todo el mundo oyó eso y lo escribió y todos lo creyeron“, agregó. “Pero todos tenemos teorías y esas teorías no son pruebas”.

Elmar Giemulla, abogado de los familiares de las víctimas del A320 calificó la idea de Gunther Lubitz de “irresponsable” y denunció una provocación, sobre todo porque su ofensiva mediática coincide con el día de las conmemoraciones de la catástrofe.

Ulrich Wessel, el director del instituto Joseph-König de Haltern-am-See, en el oeste de Alemania, que perdió a 16 alumnos y dos profesoras en el drama, consideró la iniciativa de Lubitz como “una afrenta para los familiares” de las víctimas.

El jueves, el fiscal de Dusseldorf, Christoph Kumpa, dijo que la actitud del padre era “humanamente comprensible”, pero que no había otro motivo que el suicidio de Andreas Lubitz para explicar la catástrofe, según la agencia de noticias DPA.

“Gestos activos”

En el sur de los Alpes franceses, unos 500 familiares de víctimas acudieron a la catedral de Digne-les-Bains para asistir a una ceremonia ecuménica.

Algunas de esas personas tenían previsto dirigirse luego al lugar donde se estrelló el avión, a cerca de 1.500 metros de altitud.

En Vernet, el pueblo más cercano al lugar del suceso, se inaugurará un monumento en recuerdo de las víctimas.

En Alemania, cerca de 1.200 alumnos del instituto Joseph-König de Haltern-am-See observaron cinco minutos de silencio a partir de las 10:41 locales (06:41 de Chile), hora exacta en que se estrelló el aparato.

“No os hemos olvidados y no os olvidaremos”, dijo el director del instituto.

Al mismo tiempo las campanas de todas las iglesias de la ciudad doblaron en homenaje a los fallecidos.

La Oficina Francesa de Investigación y Análisis (BEA), que publicó en marzo de 2016 sus conclusiones sobre lo ocurrido, afirmó sin embargo que la catástrofe se debió a un acto voluntario, ya que se registraron múltiples gestos activos en la cabina de pilotaje hasta el momento de la colisión.

Andreas Lubitz había “ensayado” su gesto la misma mañana en el vuelo de ida, realizando “acciones sobre el sistema de pilotaje automático” mientras se encontraba solo en la cabina.

En cuanto a la investigación judicial en Alemania, la fiscalía de Dusseldorf concluyó su investigación en enero descartando las sospechas de que los médicos que examinaron a Lubitz fueron negligentes al no comunicar sus tendencias depresivas a su empresa Germanwings, la filial de vuelos baratos de Lufthansa.