Los italianos rechazaron este domingo en un referéndum la reforma de la Constitución promovida por el primer ministro, Matteo Renzi, según los sondeos a boca de urna, un resultado que pone en juego su permanencia en el cargo.

Según los sondeos de la televisión pública Rai y el canal privado La 7, entre el 56%-60% de los italianos votó no a la reforma contra el 40-44% que votó sí.

Se trata de una diferencia notable de unos 10 puntos que difícilmente podría cambiar.

De todos modos, si el resultado es confirmado oficialmente, Renzi, de 41 años, al poder desde el 2014, podría renunciar este mismo domingo al cargo, lo que abriría una crisis política en Italia y desestabilizaría la tercera economía de la Unión Europea.

Fuentes cercanas a la jefatura de Gobierno anunciaron que el primer ministro dará una conferencia de prensa este mismo domingo a las 24H00 local (23H00 GMT).

Un alto porcentaje de los 50 millones de italianos, casi el 70% de los llamados a las urnas, se pronunció sobre la reforma constitucional promovida por Renzi, quien vinculó su carrera política a una victoria del sí.

Para este referéndum además no era necesaria una participación mínima, como ha ocurrido en otras ocasiones, por lo que el resultado será vinculante.

La votación se convirtió en un plebiscito sobre Renzi quien decidió someter a referéndum los cambios que propone de la Constitución de 1948, entre ellos una drástica reducción de los poderes del Senado con el fin de facilitar la gobernabilidad y acelerar el proceso legislativo.

“Tiene que renunciar”, pidió pocos minutos después de conocer los primeros sondeos el líder de la xenófoba Liga Norte, Matteo Salvini, entre los defensores del no.

Los colegios electorales abrieron a las 7H00 (6H00 GMT) y cerrarán a las 23H00 (22H00 GMT).

Renzi proponía el fin del actual sistema parlamentario, el llamado “bicameralismo perfecto”, que otorga el mismo poder a la Cámara de Diputados y al Senado, y la reducción del número de senadores, de 300 a unos 100, convirtiendo esa cámara en una suerte de Cámara territorial.

La mayoría de la clase política, desde la extrema izquierda hasta la extrema derecha, e incluso críticos de la propia formación de Renzi, el Partido Democrático (PD), se opusieron a la reforma que, según ellos, otorgaba demasiado poder al jefe de gobierno.

El primer ministro, que no perdió ocasión para defender la reforma en todos los medios de comunicación posibles, la consideraba un “paso histórico” para modernizar Italia.

La campaña sobre la reforma encendió los ánimos y dividió el país e inclusive a las familias entre los que votaron sí y aquellos que optaron por el no.

Grillo contra Renzi

Reforzado por la ola populista que terminó con la victoria del Brexit en el Reino Unido y de Donald Trump en Estados Unidos, el líder de la formación antisistema Movimiento 5 Estrellas, el cómico Beppe Grillo, se convirtió en el portavoz de quienes se oponen a la reforma, y en el rival directo de Renzi.

Fiel a su lenguaje crudo, llegó a tildar a Renzi de “cerda herida” y tras pedir a los italianos que votaran “con las tripas”, advirtió que pediría elecciones anticipadas en caso de victoria del no.

“Se gane o se pierda da lo mismo, el país está partido por la mitad”, concluyó con inusual tono afligido Grillo.

La reforma de Renzi desató también importantes críticas de prestigiosos intelectuales y expertos en la Constitución, quienes consideran las nuevas medidas “un retroceso democrático”, de corte “autoritario”.

Más de cuatro millones de italianos residentes en el extranjero, entre ellos 650.000 en Argentina.

‘Más poderes’

Muchos votantes rechazaron el método con el que Renzi quería reformar la Carta Magna, un texto que muchos consideran sagrado, redactado en 1948 tras la Segunda Guerra Mundial y los veinte años de gobierno fascista, y que tuvo como objetivo evitar el surgimiento de otro dictador como Benito Mussolini.

“Voté un no claro”, declaró a la AFP Fernando Angelaccio, de 77 años, tras acudir a las urnas en Roma. “La Constitución no se toca. Renzi sólo quiere más poderes, su prioridad es salvar a los bancos no a los jubilados”, añadió.

Antonio, de 84 años, votó en cambio entusiasmado por el sí: “Hace 40 años que esperamos una reforma y nadie hizo nada. Necesitamos un gobierno que tenga suficientes votos, que pueda durar cinco años, sólo después cambiaremos”.