La primera ministra británica, la conservadora Theresa May, dijo el miércoles que quería garantizar a las empresas “una máxima libertad de comercio y de funcionamiento en el mercado único” europeo una vez se consume el Brexit, al clausurar el congreso de su partido en Birmingham.

May dijo también que quería que las empresas europeas tengan un acceso similar al mercado británico.

Al mismo tiempo, precisó que el Reino Unido no iba a dejar la Unión Europea para “abandonar de nuevo el control de la inmigración”.

Bruselas considera que se trata de dos objetivos contradictorios y excluye que el Reino Unido acceda al mercado único si suspende la libre circulación de los trabajadores en la Unión Europea.

El domingo pasado, May había declarado a los congresistas conservadores reunidos en Birmingham (centro de Inglaterra) que antes de fin de marzo próximo iba a activar el artículo 50 del tratado europeo de Lisboa que abre la vía a una salida del Reino Unido a comienzos de 2019.

Su aparente voluntad de acelerar el ritmo y un discurso intransigente con respecto al tema de la inmigración, ha llevado a pensar que May se pronuncia a favor de un “Berxit duro”, es decir una negociación mínima con Bruselas.

Esa posición ofensiva había provocado la caída de la libra esterlina a su nivel más bajo en 31 años frente al dolar y en cinco años con respecto al euro.