Un fuerte sismo de magnitud 6,2 sacudió la madrugada del miércoles el centro de Italia causando 159 muertos y más de 360 heridos. Tres poblaciones quedaron devastadas y allí se buscan cientos de personas entre los escombros.

La cifra aumentó desde el anterior balance que cifraba las víctimas fatales en 120, como había anunciado el primer ministro Matteo Renzi, quien advirtió que no se trata de un balance definitivo, durante una conferencia de prensa celebrada en Rieti, no muy lejos de las tres poblaciones devastadas.

El balance oficial de muertos sube de hora en hora ya que hay mucha gente atrapada bajo los cúmulos de piedra o desaparecida.

“Es posible que el número de víctimas crezca“, advirtió el jefe de gobierno italiano, quien recorrió la zona afectada en las horas de la tarde y prometió ayuda para las familias damnificadas.

Según fuentes de prensa al menos cien personas siguen sin aparecer y probablemente han quedado sepultadas vivas y unas 2.000 resultan damnificadas.

Entre las víctimas figuran muchos niños, así como una familia entera, padre, madre y dos hijos, que por horas los socorristas intentaron salvar.

Decenas de bomberos, policías y voluntarios trabajan desde hace horas sin descanso en las pequeñas localidades de Amatrice y Accumoli, en la región del Lacio, y Arquata del Tronto, en la región de Marcas, las tres destrozadas por el sismo, en búsqueda de supervivientes.

El terremoto, que se sintió en Roma y Venecia, despertó a la población a las 03:30 locales (22:30 hora de Chile) y desde entonces se han registrado cerca de 200 réplicas.

El epicentro fue localizado cerca de Norcia, una ciudad de la región de Umbría, a unos 150 km de Roma, según el Servicio Geológico de Estados Unidos (USGS).

Los heridos más graves fueron evacuados a la capital de la provincia, Rieti, así como a hospitales de Roma y Florencia en helicópteros.

Las autoridades decidieron movilizar al ejército para las labores de rescate, que resultan particularmente complicadas debido a que se trata de pequeñas localidades de montaña y para garantizar la seguridad de la población por la temida llegada de ladrones.

Durante toda la jornada residentes y voluntarios excavaron entre nubes de polvo e inclusive con las propias manos las montañas de piedras y pedazos de edificios y casas reventadas por el movimiento telúrico.

Perros expertos en rastrear personas y los teléfonos móviles han servido para ubicar personas entre los escombros.

Los habitantes de las localidades más afectadas se preparaban a pasar su primera noche a la intemperie, mientras las autoridades disponían los cuerpos en parques y jardines cubiertos por mantas y sábanas improvisadas.