Para sus vecinos, el autor de la matanza de Múnich era un joven amable y sin antecedentes, reservado y aficionado a los videojuegos de guerra, por lo que nada podía presagiar que iba a asesinar a nueve personas a tiros en un centro comercial.

David Ali Sonboly, un joven de nacionalidad alemana e iraní, vivía con su familia en un barrio de viviendas sociales modernas y discretas, en el barrio de Maxvorstadt, una zona más bien acomodada de la ciudad, cercana al centro.

A la entrada del edificio donde vivía, ubicado entre una concesionaria de la marca de autos de lujo Mazerati y una tienda de ropas de novia, Delfye Dalbi intenta en vano recordar el más mínimo atisbo de un indicio de la tragedia.

“Nunca lo vi enojado, nunca escuché que tuviera problemas con la policía o con los vecinos”, cuenta esta madre de familia de origen macedonio, que vive en el primer piso.

El autor de la matanza vivía con sus padres y con hermano más joven en un departamento de tres ambientes en el quinto piso. Había asistido a la escuela de su barrio, contó.

“Era muy amable, servicial. Se reía como cualquier persona normal (…) Algo ocurrió en su cabeza”, señaló.

Los vecinos han informado que sus padres son iraníes. El padre se desempeña como chófer de taxi y la madre fue empleada de los almacenes Karstadt. Los dos llegaron a final de la década de 1990 como demandantes de asilo.

“Lo siento mucho por esta familia, incluso por el chico (…) La gente dice que es porque es musulmán, pero eso no tiene nada que ver”, dijo Delfye Dalbi.

Según el ministro alemán del Interior, Thomas de Maizière, el joven incluso se había convertido a la religión católica, por eso adoptó el nombre de David.

Sedik Ali, un afgano de 29 años, identificó al asesino como un hombre grande y macizo, pero sobre todo lo recuerda como un tipo solo, aislado de la gente.

“Nunca hablaba con nosotros”, contó este vecino.

‘Una forma de depresión’

El asaltante padecía “una forma de depresión”, señaló el fiscal de Múnich, Thomas Steinkraus-Koch, al tiempo que pedía prudencia sobre las informaciones que indicaban que el joven habría estado sometido a un tratamiento psiquiátrico.

“Partimos del principio de que se trata de un acto clásico de un desequilibrado” sin ningún tipo de motivación política, dijo a la prensa un representante de la fiscalía.

“No hay otras razones” detrás de ese acto, que dejó nueve muertos y 16 heridos, agregó.

“No hay absolutamente ningún vínculo con el Estado Islámico”, declaró por su parte el jefe de la policía de Múnich (sur), Hubertus Andrä.

La policía halló indicios de que el joven sentía fascinación por los asesinatos en masa y que recopilaba información sobre “cuestiones vinculadas con desequilibrados” autores de matanzas, agregó.

En un video aficionado captado en el momento del tiroteo, se ve al autor respondiendo a un transeúnte que lo insulta con términos racistas y denigrantes para los extranjeros.

“Soy alemán, nací aquí. En un barrio del Hartz IV”, nombre del subsidio por desempleo de larga duración, antes de lanzar: “Estaba en tratamiento hospitalario”.

Maizière indicó que al parecer el joven sufría de acoso por parte de sus pares.

Según una fuente policial citada por la prensa local, era una aficionado de los videojuegos de guerra y, lo que es más sintomático, era admirador de un joven alemán que había perpetrado una masacre en una escuela cerca de Stuttgart en 2009.

Muchos lo recuerdan repartiendo diarios gratuitos ayudado de un carrito.

Para Stephan, camarero en el bar “Treemans”, ubicado en la primera planta del edificio, su lenguaje corporal transmitía la idea de que él no quería comunicarse.

“No era como los otros jóvenes de su edad, alocado con cortes de pelo a la moda. Daba la impresión de alguien calmado. Era un chico tímido”, contó.

Como la mayor parte de los residentes del edificio, pasaba por delante del café pero no entraba.