El gobierno socialista francés impondrá su proyecto de reforma laboral sin someterlo a una votación en el parlamento pese a la movilización social en el país, que este martes vive su duodécima jornada de protestas.

Enfrentado a una revuelta en sus propias filas, el gobierno socialista francés hará uso del artículo 49-3 de la Constitución, que permite obtener la adopción del texto sin el voto de los diputados, tal como ya lo hiciera en la primera lectura del proyecto.

“La decisión está tomada y el primer ministro la anunciará oficialmente en el hemiciclo, normalmente al iniciarse los debates a las 15:00” locales de este martes, dijo una fuente política.

El artículo 49-3 establece que para oponerse a la adopción de la ley, la cámara de diputados debe censurar al gobierno, lo que acarrearía su renuncia.

El diputado comunista del Frente de Izquierda André Chassaigne lanzó un llamado a los diputados socialistas y ecologistas que están contra el proyecto a presentar una moción de cesura de izquierda contra el gobierno.

El anuncio del gobierno tuvo lugar dos horas antes del inicio de la duodécima jornada de movilización social en cuatro meses contra el proyecto de ley laboral.

Los sindicatos que se oponen a la reforma impulsada por la ministra de trabajo Myriam El Khomri convocaron a una marcha en el centro de París y en otras ciudades francesas.

El ejecutivo, exhausto tras estos cuatro meses de revuelta social y que bate récords de impopularidad cuando queda menos de un año para la elección presidencial, ha tratado sin embargo de satisfacer a los sindicatos con una serie de enmiendas al proyecto.

Nadie puede decir que el gobierno sea inflexible o intransigente“, aseguró Manuel Valls.

El gobierno francés explica que con esta reforma quiere combatir un desempleo endémico -superior al 10%- facilitando los contratos en un mercado laboral más flexible. Los detractores, por su parte, creen que solo aumentará la precariedad laboral.

Huelgas e impopularidad

Además de las manifestaciones, en estos cuatro meses de protesta se produjeron también huelgas en los sectores del transporte, de la energía y de la limpieza, haciendo temer perturbaciones durante la Eurocopa de fútbol, que se desarrolla hasta ahora con normalidad.

Sin embargo, en este contexto, la impopularidad del presidente François Hollande es tal que muchos se preguntan si puede a volver a ser el candidato de la izquierda en la elección presidencial de 2017. Hollande aún no ha confirmado si aspira a un nuevo mandato.

Por su parte, el Partido Socialista se ha visto obligado a anunciar unas primarias para principios de 2017, para elegir a su candidato a la presidencia. Pero varios observadores consideran inadecuado que Hollande, en su calidad de jefe de Estado, pueda someterse a tal primaria.

Además, un antiguo candidato de izquierda radical a la presidencia en 2012, Jean-Luc Mélenchon (obtuvo entonces 11%) ya ha anunciado su candidatura a la presidencial de 2017, dividiendo aún más a la ya dispersa izquierda francesa.