El día en que fue asesinada, la noruega Lene S. vestía unos jeans oscuros Vero Moda, unas zapatillas negras marca Jump, un suéter comprado en H&M y en el dedo medio de su mano derecha llevaba un anillo con forma de corazón. Horas antes de su último aliento, se había pintado las uñas de las manos y las de los pies. En sus bolsillos guardó un amuleto de la buena suerte que aparentemente no tenía poderes y un encendedor dorado ancho.

A fines de mayo de 2015, la pequeña mujer de 36 años conoció en Berlín al chileno Jorge V. Testigos citados por diversos medios alemanes aseguran que rápidamente comenzaron una relación amorosa. Ella, una trotamundos alegre y de espíritu abierto, organizó el que sería su último viaje desde Mandal, en el sur de Noruega, hasta la capital alemana, ciudad que la obnubilaba con su movida cultural y bajos precios. Disfrutando de esas bondades fue un día a la galería “Paradise KulturRaum”, en el barrio de Wedding. Ahí su destino se cruzó con el del sudamericano.

Aunque sólo disponía de una visa como turista, que extendió al menos una vez saliendo del espacio Schengen y reingresando a éste rápidamente, el chileno consiguió administrar este recinto, inaugurado a fines de marzo de 2015 para que artistas locales expusieran sus obras. Personas citadas por el periódico Die Welt afirman que a menudo Jorge V. organizaba fiestas donde había abundancia de alcohol. A él mismo lo describen quienes lo conocen como “bebedor” y de vida “desordenada”. Lene S. pasó algunas noches en ese lugar junto a su nueva pareja. Sus últimas horas de vida también transcurrieron allí.

Un hombre desaparece

El sábado 13 de junio de 2015, una maleta negra marca Mengite flotaba a orillas del río Spree, en el Treptower Park. Allí, entre el muelle “Stern- und Kreisschiffahrt” y el pequeño local “Haus Zenner”, una pareja de ancianos se percató del llamativo navegante. Eran las 10 de la mañana. El hombre sacó la maleta del agua, la abrió y se encontró con otra maleta y un fuerte olor a putrefacción. Azuzado por la adrenalina, corrió el segundo cierre y vio a una mujer muerta. La policía tardó poco más de una semana en determinar que se trataba de Lene S., noruega de un metro 50 de estatura, cabello rubio con raíces negras, anillo con forma de corazón en la mano derecha, uñas pintadas y amuleto de la buena suerte en el bolsillo.

También una semana tardaron los investigadores en llegar hasta la galería “Paradise KulturRaum”. Ya tenían testimonios de al menos 50 personas, algunas de las cuales habían visto a Jorge V. con una maleta el viernes 12 de junio a eso de las 18 horas. Según estos relatos, el hombre habría salido a paso firme del centro cultural en la Sparrstraße 20. Presuntamente caminó cuatro cuadras hasta la estación del S-Bahn Wedding y recorrió la media hora, nueve estaciones, que separan ese lugar de la estación Treptower Park (Berlín). Allí abandonó la maleta y también allí se perdió su rastro.

Según Deutsche Welle, la policía trabajó ocho horas en el centro cultural, donde halló rastros de sangre y aseguró evidencias. Empezaron a cuadrar, también, los testimonios y los tiempos: la última vez que vieron juntos a Lene y Jorge fue el 5 de junio. Inesperadamente, el 6 de junio un concierto que se iba a realizar en el “Paradise KulturRaum” fue cancelado. El portavoz de la Fiscalía, Martin Steltner, dijo al diario alemán Bild que la víctima llevaba “varios días, hasta una semana, muerta”. La hallaron el 13. Podría haber muerto el 5 o el 6. Bastaba sumar y restar.

No todos son buenos

La reconstrucción que hizo la Fiscalía de los hechos es escalofriante. De acuerdo con lo señalado el lunes 30 de mayo por la agencia de noticias alemana dpa, el chileno, de 39 años, habría atacado a la noruega con un cuchillo tras una discusión y lo habría enterrado no una ni dos, sino siete veces en la cabeza, oídos, mejillas y tórax de la víctima. Otro cuchillazo fue directo al corazón. Se sospecha que el consumo de alcohol o drogas tuvo mucho que ver en todo el episodio. Cuando ocurrió el crimen, la pareja se conocía hace apenas dos semanas.

Hasta el 26 de agosto de 2015 no se supo nada del sospechoso. Alemania expidió una orden de captura internacional, temiendo que Jorge V. se encontrara escondido en Chile, Centroamérica o México. Precisamente en la capital de este país fue detenido, tras lo cual comenzó un largo proceso para autorizar su extradición, que se vio sumido en una burocracia engorrosa debido a que no existen acuerdos en esta materia entre Alemania y México. Recién en marzo de 2016 se produjo la extradición, y a comienzos de junio comenzó el juicio, para el que no hay una fecha estimativa de término. También se investiga la participación de un cómplice, un alemán de 38 años que habría ayudado a eliminar rastros del crimen.

El abogado de la familia de la víctima, Patrick Lundevall-Unger, dijo al periódico noruego Aftenposten que los deudos esperan con ansias el veredicto de la Justicia, pues la pérdida de Lene ha supuesto una enorme carga emocional a la que esperan dar un cierre a través de un juicio que castigue al o los responsables. Un amigo describió a la víctima en el diario VG diciendo que la mujer, quien en 2014 había viajado por México, Guatemala, Nepal e India, era una amante de los viajes y una persona “positiva que aceptaba a todas las personas tal y como eran. Para ella, todos los seres humanos eran igualmente buenos”. Pero no. Lene comprobó con su vida que no todos lo son.