Las controvertidas políticas económicas del gobierno saliente y las radicales contrapropuestas del partido antiausteridad Podemos monopolizaron este lunes, el único debate electoral entre los cuatro principales candidatos a las legislativas en España, ilustrando una creciente polarización de la política.

En un país acostumbrado a décadas de rígidos “cara a cara” televisivos entre los líderes de dos únicas fuerzas hegemónicas, el Partido Popular (PP) y el Partido Socialista Obrero Español (PSOE.

La muerte del bipartidismo en las legislativas del 20 de diciembre, con la irrupción de Podemos y Ciudadanos, resultó en un Parlamento muy fragmentado que, tras meses de negociaciones, no logró formar gobierno.

Pero también hizo imposible dejar a las nuevas formaciones fuera del debate político.

Mariano Rajoy, de 61 años y candidato a la reelección, se enfrentó así a tres candidatos jóvenes.

Economía y el empleo fueron temas clave

“Todos los españoles saben que las cosas están mejor, no están bien, pero están mejor”, afirmó Rajoy, defendiendo su balance económico desde 2011.

Tras cinco años de recesión o crecimiento nulo, la cuarta economía de la Eurozona aumentó 3,2% su Producto Interior Bruto (PIB) en 2015 y aunque el desempleo sigue siendo muy elevado (20,9% en 2015) este mayo registró su mejor dato desde agosto de 2010.

Pero a un precio muy alto: un ajuste de 150.000 millones de euros (169.000 millones de dólares) entre principios de 2012 y finales de 2014, con drásticos recortes -en sectores clave como la sanidad y la educación- y aumento de impuestos, principalmente directos.

Como resultado creció la desigualdad entre ricos y pobres.

Mientras hablamos aquí, hay 10 millones de españoles en situación de riesgo de pobreza“, lanzó el líder de Podemos, Pablo Iglesias, de 37 años, basándose en datos oficiales.

“Tres millones de personas ha dejado de ser clase media” pero “el número de millonarios ha crecido un 40%”, agregó, citando un informe de la Fundación del banco BBVA.

Grecia y corrupción

Vestidos el primero con un tradicional traje azul marino con corbata y el segundo en mangas de camisa, Rajoy e Iglesias, situados en los extremos del espectro político y también de un sobrio plató televisivo, se esforzaron por dejar a Sánchez y Rivera en un segundo plano durante un debate con pocos ataques personales.

Si llegan al poder, Podemos y su aliado ecolo-comunista Izquierda Unida (IU) prometen acabar con la austeridad y mejorar el mermado bienestar social aumentado impuestos y ralentizando la reducción de un déficit aún muy elevado (5,1% del PIB en 2015).

Unas políticas similares a las propuestas por su aliado Syriza en Grecia que le valieron duros ataques del resto de candidatos.

“El modelo griego no lo queremos para España y machacar con impuestos no es la solución”, aseguró el líder del liberal Ciudadanos, Albert Rivera, de 36 años.

En el centro del espectro político, Ciudadanos y PSOE, los partidos con menos visibilidad hasta ahora en la campaña, buscaron movilizar a sus electores desencantados por sus esfuerzos infructosos para formar gobierno.

El resultado de los próximos comicios “va a depender de los millones de votantes socialistas: si salen a votar habrá gobierno el 26 de junio y un gobierno liderado por el Partido Socialista”, afirmó su líder, Pedro Sánchez, de 44 años.

Rivera por su parte atacó a Rajoy donde más le duele: los numerosos casos de corrupción en el seno de su formación.

“No puede haber un nuevo gobierno en España que no sea implacable contra la corrupción y que su presidente no tenga la autoridad moral para acabar con eso”, lanzó pidiendo su dimisión como candidato.

Confirmando una creciente polarización, una encuesta publicada el domingo por el diario de centroizquierda El País atribuía 28,9% de votos al PP, 25,4% a Unidos Podemos, 20,8% al PSOE y 15,9% a Ciudadanos.

El partido de Iglesias adelantaría así por primera vez a los socialistas, que en diciembre fueron segundos tras el PP.