Human Rights Watch aplaudió el jueves la resistencia en todo el mundo a los populismos al estilo Donald Trump, e instó a no bajar la guardia ante la amenaza que suponen para las instituciones democráticas, desde Venezuela a Hungría pasando por Filipinas.

En su informe anual, la organización internacional repasó la situación de derechos humanos en 90 países, destacando los esfuerzos por contrarrestar la demagogia, la demonización de las minorías y los mensajes de exclusión.

“El gran tema de este año es realmente cuánto ha cambiado el mundo”, dijo el director ejecutivo de la organización internacional, Ken Roth.

En una entrevista con la AFP, Roth destacó el “momento de desesperación” que supuso la llegada a la Casa Blanca de Trump hace un año, cuando “parecía que los populistas autoritarios estaban en ascenso y no había nada que pudiéramos hacer para detenerlos”.

“Lo que ha sido alentador en el último año es la resistencia que hemos visto en muchos países a este aumento del populismo”, subrayó.

Según Roth, en el propio Estados Unidos, Trump ha encontrado la oposición generalizada, aunque no siempre exitosa, de jueces, activistas, periodistas, e incluso políticos del mismo partido de gobierno, que rechazan sus políticas antiinmigración y sus mensajes de división racial.

En Europa, Francia se llevó los laureles, según HRW, con un líder como Emmanuel Macron que se opuso a la campaña de odio del derechista Frente Nacional contra los musulmanes e inmigrantes. Pero la organización también mencionó el freno que la Unión Europea puso a Polonia y Hungría por sus intentos de socavar el Estado de derecho.

En Latinoamérica, HRW destacó en particular que el presidente venezolano Nicolás Maduro haya sido confrontado por protestas callejeras por seguir “destruyendo la democracia”.

Y citó indicios de que el filipino Rodrigo Duterte finalmente encontró resistencia interna a su brutal represión antidrogas.

Roth subrayó además los esfuerzos de muchos países pequeños, como Islandia, que impulsó que Duterte controlara a su “policía asesina”, u Holanda, que encabezó los llamados para el fin del bloqueo saudita en Yemen.

Y, recordó que cuando Rusia vetó las propuestas para responsabilizar a Siria, fue “Lichtenstein la que lideró un esfuerzo en la Asamblea General de la ONU para nombrar un fiscal especial”.

‘Una batalla que vale la pena’

Pero aún así, el panorama es sombrío.

“Algunos de los poderes más importantes en los que hemos tendido a confiar para promover los derechos humanos de hecho desaparecieron”, dijo Roth.

Esta es una de las principales consecuencias negativas de la administración Trump, lista para atacar a Irán o Venezuela, pero en general ausente en el frente internacional. El Reino Unido, “demasiado preocupado por el Brexit”, tampoco desempeña el papel que otrora tuvo.

Para HRW, la “indecisión” de estas potencias “ha dejado un vacío en el que las atrocidades masivas se sucedieron, a menudo descontroladas, en países como Yemen, Siria, Birmania y Sudán del Sur”.

El costo fue especialmente notorio en Birmania, donde la retórica de nacionalistas radicales, altos mandos militares y miembros del gobierno civil contribuyeron a una campaña de limpieza étnica contra los musulmanes rohinyás.

Según HRW, más de 640.000 miembros de esta minoría huyeron de “asesinatos masivos, violencia sexual y otros abusos por parte de las fuerzas de seguridad”.

Para Roth, el fracaso del mundo para hacer frente a la líder civil, Nobel de la Paz y expresa política Aung San Suu Kyi fue un error.

“Nadie cree que ella lideró la limpieza étnica contra los rohinyás, pero en esencia la ha defendido. Se ha negado a criticarla públicamente”, dijo. “Y, sin embargo, muchos gobiernos occidentales se han mostrado muy reacios a presionar seriamente al ejército birmano para que se destenga”.

La conclusión es clara para HRW: donde no hay resistencia, los populismos florecen.

“La lección que aprendimos el año pasado es que hay una batalla en curso y es una batalla que vale la pena pelear”, señaló Roth.