Donald Trump deja de lado su famoso eslogan “Estados Unidos primero” a la luz de las amenazas que enfrenta el país en materia de seguridad nacional, con una virulenta denuncia del papel de China y Rusia en la escena internacional.

El presidente estadounidense, quien en temas que van desde el clima hasta el libre comercio ha marcado una clara ruptura con su predecesor Barack Obama y ha contribuido a aislar a Estados Unidos, presenta este lunes su “Estrategia de seguridad nacional”.

“China y Rusia desafían el poder, la influencia y los intereses de Estados Unidos y están tratando de socavar la seguridad y la prosperidad de Estados Unidos”, asevera el documento, difundido antes del discurso presidencial.

“China y Rusia quieren crear un mundo que sea la antítesis de los valores y los intereses de Estados Unidos”, subraya el texto, con un lenguaje particularmente incisivo.

En su discurso, Trump afirmará que la competitividad económica es un “tema de seguridad nacional”, indicó un funcionario estadounidense, que recalcó la determinación del gobierno de luchar por intercambios equilibrados, en particular con China, definido como un país “competidor”.

“La mejor arma que tenemos es la fuerza de nuestro PIB”, añadió este funcionario, citando una frase del secretario estadounidense de Defensa, Jim Mattis.

Antes del discurso de Trump, Pekín dijo esperar que “contribuya a mejorar la confianza mutua entre China y Estados Unidos”. Muchos elementos prueban que las relaciones económicas entre ambos países son “mutuamente beneficiosas”, subrayó Hua Chunying, portavoz del ministerio de Relaciones Exteriores.

Más allá del acento en el combate económico, la visión de Trump se desmarca de la de sus predecesores, tanto demócratas como republicanos, en la cuestión de la seguridad interior y del control de las fronteras.

El documento redactado por la administración Trump identifica cuatro prioridades: proteger el territorio estadounidense, promover la prosperidad, preservar la paz gracias a la fuerza y hacer avanzar la influencia de Estados Unidos.

A finales de septiembre en la ONU, Trump, en un discurso inusualmente virulento para ese foro, insistió en su apego a la “soberanía” de Estados Unidos, en un cuestionamiento al menos parcial del actual funcionamiento multilateral.

Pero sus palabras no lograron revelar una verdadera “doctrina Trump” sobre el lugar de Estados Unidos en el mundo.

El clima no es prioritario

En este documento, el cambio climático no se identifica como “una amenaza a la seguridad nacional” de Estados Unidos.

Trump, que asumió el poder en enero pasado con un mensaje decididamente escéptico sobre el calentamiento global y sus consecuencias, anunció meses atrás el retiro de Estados Unidos del Acuerdo de París sobre el cambio climático, firmado por cerca de 200 países.

En varias ocasiones, Obama, uno de los principales arquitectos de este acuerdo, hizo hincapié en cómo el desafío climático se había convertido en un problema de seguridad.

“En todo el mundo, el cambio climático aumenta los riesgos de inestabilidad y de conflictos”, dijo Obama hace un año, antes de abandonar el poder. “No nos equivoquemos, tendrá un impacto sobre la forma en la que nuestro ejército deberá defender nuestro país”, añadió entonces, aludiendo a ajustes profundos en la organización, el entrenamiento y en la protección de las infraestructuras.

El último documento sobre la estrategia de seguridad nacional de Estados Unidos fue publicado en febrero de 2015. Entonces, Obama advirtió ampliamente sobre la tentación de tomar decisiones apresuradas en la gestión de las crisis internacionales.

“En un mundo complejo, muchos de los problemas de seguridad que enfrentamos no se prestan a respuestas fáciles y rápidas”, escribió, y pidió “paciencia estratégica y perseverancia”.