Con la ayuda de perros de rescate, los bomberos buscaron ayer jueves otras víctimas de los furiosos incendios en California, que ya mataron a 31 personas y se espera que la cifra siga subiendo.

Vientos secos y casi huracanados azotan la región vinícola, obstaculizando los esfuerzos de los miles de bomberos de todo el país que tratan de contener los 21 focos que han arrasado con 78.000 hectáreas y 3.500 edificaciones, entre viviendas y comercios.

El incendio Tubbs, que afecta a los condados de Nappa y Sonoma, se ha reducido a 10% de su extensión inicial, luego de haber devastado cerca de 14.000 hectáreas. El Atlas, otro de los más poderosos, fue disminuido a un 3% tras devorar 17.700 hectáreas.

El Tubbs es el tercer siniestro más mortal en toda la historia de California, pues provocó 15 del total de fallecidos.

El sheriff del condado de Sonoma, Robert Giordano, dijo que recibieron 1.000 reportes de personas desaparecidas, de las cuales 600 ya aparecieron a salvo. Espera que el resto no haya podido comunicarse por el colapso en las redes y que estén bien.

Sin embargo, indicó que los equipos de rescate entraron en la “fase de recuperación”. “Tenemos perros de búsqueda que, básicamente, sienten el aroma de los cuerpos y nos ayudan a encontrarlos”, manifestó.

Giordano advirtió que será “un proceso lento”, pues los incendios se mantienen activos, complicando la identificación de las víctimas.

“Hemos encontrado cadáveres completamente intactos y cuerpos que no serán más que cenizas y huesos”, señaló en una rueda de prensa.

Mientras se realizan los rastreos, se ordenó la evacuación de ciudades de los condados de Sonoma y Napa, muy golpeados por las llamas con miles de hogares destruidos.

Las evacuaciones en Santa Rosa, también en Sonoma, afectaron a unas 175.000 personas. Al final, barrios enteros quedaron reducidos a cenizas.

Vegetación explosiva

El servicio nacional del clima pronosticó en algunas áreas fuertes vientos y que las “condiciones climáticas críticas para un incendio” continuarán durante el fin de semana.

“Esto quiere decir que los incendios seguirán expandiéndose de manera errática. Tienen el potencial de cambiar de dirección en cualquier momento”, indicó el jefe de los bomberos de California (Cal Fire), Ken Pimlott.

“Estamos lejos de terminar con esta catástrofe”, añadió Pimlott, quien el miércoles dijo que los efectos de una sequía de cinco años se traducen en una “vegetación explosiva”.

Cientos de equipos de bomberos de estados vecinos y el resto del país se movilizaron a California para ayudar en el combate de esta tormenta de fuego.

Un oficial del servicio de emergencia indicó que se estudia traer bomberos de Australia. “A cada hora ponemos más recursos en acción”, sostuvo Pimlott.

Más de 3.500 casas y comercios quedaron destruidas, incluidas varias bodegas en Sonoma y Napa, corazón de la producción de vino en California.

El presidente Donald Trump declaró estado de desastre mayor en California, liberando fondos y recursos federales para encarar la situación, mientras que el gobernador, Jerry Brown, declaró estado de emergencia en ocho condados.

“He estado en Cal Fire 30 años y he visto llamas grandes, pero esto es extraordinario, tener tantas, tan grandes y moviéndose tan rápido”, dijo el veterano bombero David Shew.

Michael Desmond es uno de los cientos de residentes del barrio Coffey Park de Santa Rosa que perdieron sus casas.

“Me siento violado, como asaltado por un ladrón”, dijo este hombre de 63 años, mientras observaba los escombros de lo que una vez fue la casa donde creció.

Entre las bodegas más perjudicadas de la zona están William Hill Estate Winery, Signorello Vineyards, Stags’ Leap y Chimney Rock.

Los incendios forestales son comunes en el oeste de Estados Unidos durante la estación de sequía, en los meses más calientes, pero este año están entre lo más letales de la historia.

El incendio en el parque Griffith en Los Ángeles en 1933 mató al menos a 29 personas y 25 murieron en el de Oakland Hills dos años antes.