El presidente Donald Trump pidió el lunes unidad y amor a todos los estadounidenses, tras más de una semana de tensión por la violencia racial desatada entre supremacistas blancos y antiracistas durante una protesta, en la que murió una mujer.

El mandatario se vio envuelto en una agria polémica por no condenar con claridad a los manifestantes de ultra derecha. De hecho, días después de los incidentes en la ciudad de Charlottesville (Virginia) declaró que ambas partes tuvieron la misma culpa.

“El amor por Estados Unidos requiere amar a todos sus ciudadanos. Cuando abrimos nuestros corazones, no hay lugar para el fanatismo y la tolerancia por el odio”, señaló en una declaración a la nación destinada a revelar su estrategia en la guerra de Afganistán.

“Si un ciudadano es víctima de una injusticia, todos somos víctimas”, aseguró desde la base de Fort Myer, cerca de Washington.

Los enfrentamientos en Charlottesville volvieron a poner al descubierto las profundas divisiones internas de los estadounidenses sobre racismo.

La ambigua reacción de Trump a los acontecimientos provocó la dimisión en cadena de muchos consejeros, la condena generalizada del Partido Demócrata y de gran parte de la bancada republicana, así como de muchas celebridades.

La presión terminó provocando la salida de la Casa Blanca de Steve Bannon, el consejero ultraconservador de Trump que siempre fue tildado de supremacista blanco por una sector de la sociedad.

“Los hombres y mujeres que enviamos a luchar a nuestras guerras merecen encontrar a su vuelta un país que no está en guerra consigo mismo”, subrayó el presidente durante su alocución, en un tono mucho más pausado y solemne que el mostrado la semana pasada.