A su regreso a Washington este sábado, tras su primer viaje al exterior, el presidente Donald Trump enfrenta nuevas revelaciones en el caso de los vínculos con Rusia, que ahora afecta a uno de sus asesores más próximos, su yerno Jared Kushner.

Varios medios estadounidenses informan que Kushner quiso establecer un canal de comunicación secreto con el Kremlin durante el período de transición antes de que el presidente electo asumiera sus funciones, con el propósito de eludir las vías de comunicación tradicionales entre los dos países.

Según The Washington Post, Kushner hizo esa propuesta durante un encuentro con el embajador ruso en Washington, Serguei Kisliak, el 1 o 2 de diciembre en la Torre Trump de Nueva York.

Kushner llegó a sugerir usar sedes diplomáticas rusas para “proteger esas conversaciones anteriores a la investidura de cualquier vigilancia” del gobierno estadounidense, según el diario, que asegura que el informe de las conversaciones enviado a Moscú por su embajador fue interceptado por los servicios de inteligencia estadounidense.

The New York Times indica que el objeto de esas “comunicaciones secretas” era discutir con total discreción sobre una mayor cooperación con Rusia en el conflicto sirio.

“Tenemos canales informales de comunicación con numerosos países. Esto nos permite hablar de manera discreta”, señaló el sábado el general H.R. McMaster, quien encabeza el Consejo de Seguridad Nacional estadounidense, durante una conferencia de prensa telefónica al margen de la cumbre del G7 en Italia. “Eso no me preocupa”, agregó.

Pero un exjefe de la Agencia de Seguridad Nacional (NSA) estadounidense condenó duramente el supuesto intento de Kushner de establecer una línea de comunicaciones secretas, diciendo que si es verdad, revelaría un peligroso grado de ignorancia o ingenuidad.

¿Qué tipo de ignorancia, caos, arrogancia, sospecha, desprecio tendrías que tener para creer que hacer eso con el embajador ruso era una idea buena o apropiada?“, dijo Michael Hayden a la CNN. Y agregó que se inclina hacia “la ingenuidad” como explicación, aunque no lo reconforta.

El cuestionamiento a Kushner en el caso ruso debilita un poco más a Trump, quien ya debió separarse de su anterior asesor de seguridad nacional, Michael Flynn, y ve cómo varios miembros de su equipo de campaña -en particular su exdirector de campaña Paul Manafort- son investigados por el FBI.

“Si un funcionario de inteligencia estadounidense hubiera hecho algo como eso, nosotros lo hubiéramos considerado espionaje”, reaccionó el exdirector de la CIA durante la presidencia de George W. Bush, John McLaughlan, en la cadena MSNBC, resumiéndose así la incredulidad que impera en Washington.

Influencia considerable

Empresario convertido en asesor del presidente en política exterior, Kushner, de 36 años, es el marido de Ivanka Trump, una de las hijas de Donald Trump y ella misma asesora en la Casa Blanca.

A Kushner se lo considera miembro del círculo más próximo del presidente y tiene un amplio espectro de responsabilidades y una considerable influencia en la Casa Blanca. Es, entre otras cosas, un intermediario central en materia de política exterior.

El abogado de Kushner, Jamie Gorelick, indicó que su cliente “ya se ofreció a compartir con el Congreso lo que sabe de esos encuentros. Y hará lo mismo con cualquier otra investigación”.

Pero la pesquisa del FBI, dirigida ahora por un investigador independiente, Robert Mueller, sobre una posible “coordinación” entre el equipo de campaña de Trump y altos funcionarios rusos parece enfocarse en este círculo más próximo del presidente.

Las revelaciones se intensificaron esta semana en la prensa estadounidense -cuando Trump se encontraba en Medio Oriente y Europa-, que apunta sobre todo las presiones que habría ejercido el presidente sobre varios funcionarios de los servicios de inteligencia para intentar bloquear esta investigación.

Las cosas podrían complicarse aún más para el Ejecutivo estadounidense con el muy esperado testimonio la semana que viene, del exdirector del FBI despedido por Trump, James Comey, ante el Congreso.

James Comey conservó notas de sus reuniones con el presidente en las que registró, según la prensa, una conversación en la que el presidente le pedía que detuviera la investigación sobre Michael Flynn. Sin embargo, no se ha confirmado todavía la fecha en la que dará su testimonio.

Además de la investigación del FBI, están en curso otras dos por las comisiones de Inteligencia del Senado y la Cámara de Representantes.

Según The New York Times, la comisión del Senado le pidió al equipo político de Trump que “juntara y entregara todos los documentos, correos electrónicos y grabaciones telefónicas vinculados a Rusia desde el inicio de su campaña en junio de 2015”.

La prensa estadounidense asegura que la Casa Blanca está creando una nueva unidad de comunicaciones para responder a la controversia rusa, dirigida por Kushner, el asesor presidencial Steve Bannon y el jefe de gabinete, Reince Priebus.