Barack Obama abandona la Casa Blanca tal cual entró en ella en 2008: en primer plano de la política mundial. Poco antes del fin de su mandato, el presidente norteamericano no se arredra ante el conflicto: sus sanciones contra Rusia, si bien no han provocado una reacción de Moscú, han empeorado considerablemente las relaciones bilaterales. Y eso poco antes de que Trump asuma el poder.

También en las relaciones con Israel se avizora una crisis después de que Estados Unidos hiciese posible una resolución de Naciones Unidas contra la política de asentamientos israelí.

Ocho años de frustración

Llama la atención que Obama tome un curso así de agresivo, poco antes de acabar su mandato. Según Patrick Horst, politólogo en el Instituto de Anglística, Americanística y Celtología de la Universidad de Bonn, no es su propio legado lo que mueve a Obama a tomar medidas drásticas contra Rusia e Israel.

“Otros ejemplos podrían ser más efectivos si de eso se tratara: el acuerdo de libre comercio (TPP) o el acuerdo con Irán. Creo más bien que Obama quiere, ante la Historia, dejar clara su posición“, dice Horst.

Según Horst, tanto en las sanciones contra Rusia como en la resolución de Naciones Unidas, la frustración acumulada podría haber jugado un papel.

“Especialmente en la relación con Israel y la solución de los dos Estados, algo que a comienzo de su mandato era su gran proyecto. En ello, tanto John Kerry como Obama y el mismo Bill Clinton invirtieron mucho tiempo. Seguro que lo reconcome”, opina Horst.

Salvar muebles

Otra explicación posible para la salida estruendosa de Obama es que parece que quisiera salvar los muebles antes de que ya no sea posible bajo Trump.

“El gobierno Obama realizó la campaña bajo la creencia -o la ilusión- de que Hillary Clinton sería presidenta”, opina Irwin Collier, director del Instituto John F. Kennedy para Estudios Norteamericanos de la Universidad Libre de Berlín.

“En vez de entregar ciertos problemas de su presidencia al siguiente presidente, Obama intenta, a corto plazo, salvar el trabajo político de sus dos mandatos”, sostiene Collier.

En cuanto a la resolución de la ONU contra Israel, y teniendo en cuenta los próximos cuatro u ocho años, Obama no tenía otra opción, opina Collier y agrega que “Estados Unidos podía decir algo ahora o quedarse quieto mientras que el gobierno Trump controla la política exterior.”

Con las sanciones contra Rusia, Obama le ha hecho un gran favor a su sucesor, opina Collier. “Así le ofrece a Donald Trump la posibilidad de presentar a Obama como el ‘bad cop’ y a sí mismo como el ‘good cop’, agrega.

“No sé si ha habido casos parecidos”

Que los presidentes que tienen dos mandatos tras sí se concentren en sus dos últimos años en la política exterior y en su legado, históricamente, no es nada nuevo, opina Horst. Ronald Reagan logró en sus últimos dos años acuerdos de desarme con Gorbatschow; George W. Bush encarriló con India un acuerdo nuclear. “Algo similar hizo Obama restableciendo las relaciones con Cuba”, añade.

No obstante, que Obama quiera finalizar su presidencia con un escándalo en el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas le parece poco común. “No sé si ha habido casos parecidos, en realidad es poco comprensible. Pero Obama tiene la fama de que, en cosas de política exterior, se impone a sus consejeros. Quizás esta vez ha sido así.”