Ubicado en los sondeos a neta distancia de su rival demócrata para las elecciones estadounidenses del 8 de noviembre, el republicano Donald Trump intentó este sábado retomar la ofensiva revelando medidas para sus primeros cien días de gobierno, mientras Hillary Clinton se presentó como la candidata de la unidad.

A 17 días de los comicios, ambos candidatos recorren dos estados clave, Pensilvania y Ohio, ambos pertenecientes a una vasta región del noreste del país que ha sido particularmente afectada por la desindustrialización.

En tanto, Donald Trump prometió este sábado cambiar el “sistema quebrado” de Washington, crear 25 millones de empleos en diez años y reducir los impuestos.

“Vamos a sanear la ciénaga que es Washington” y colocar en su lugar “un nuevo gobierno, del pueblo para el pueblo y por el pueblo”, arengó el magnate en un mitín en la ciudad histórica de Gettysburg, Pensilvania, evocando el famoso discurso de Abraham Lincoln de 1863.

“El cambio tiene que venir desde afuera de nuestro quebrado sistema”, dijo Trump ante cientos de seguidores al presentar su plan para los primeros 100 días de su eventual gestión.

“Nuestra campaña representa el tipo de cambio que solo llega una vez en la vida”, agregó el magnate en un discurso en el que, lejos de sus usuales improvisaciones, recurrió a notas.

“Hillary Clinton no está en campaña contra mí sino contra el cambio”, sostuvo, y presentó propuestas para sus primeros 100 días de gestión si logra triunfar en las elecciones del 8 de noviembre.

En ese marco, prometió crear “al menos 25 millones de empleos en una década”, imponer límites a los tiempos parlamentarios, renegociar el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (NAFTA, por su sigla en inglés) y salir del Tratado Transpacífico.

También prometió revocar la reforma de la salud promulgada por el presidente Barack Obama y dijo que cancelará “miles de millones de dólares en pagos a los programas de la ONU para el cambio climático”, al tiempo que retomará los programas de desarrollo de energías fósiles.

Trump no olvidó, por supuesto, sus propuestas contra la inmigración y prometió instaurar “controles extremos” en las zonas fronterizas y levantar un muro en la frontera con México.

Prevé por otra parte destinar un billón de dólares a inversiones en infraestructura en los próximos diez años, bajar los impuestos a la clase media en 35% y reducir las tarifas universitarias.

El magnate volvió a alertar sobre la posibilidad de un fraude.

“Hay tal cantidad de anomalías. Es increíble: 1,8 millones de personas que han muerto están inscritas en los registros electorales, !y algunas de ellas votan! Me pregunto cómo es posible”, dijo.

Pero al negarse a aceptar de antemano el resultado de las presidenciales, como lo hizo el miércoles durante el último debate televisivo con Clinton, Trump se enfrentó con representantes de su propio campo.

“La ira no es un proyecto”

Entretanto, la postulante demócrata, a quien los sondeos le otorgan una clara ventaja a nivel nacional, se presentó en la noche del sábado en el mismo estado de Pensilvania, en Pittsburgh, junto a su compañero de fórmula Tim Kaine.

“A diferencia de nuestro rival, nosotros no pensamos que podamos ganar solos. Yo quiero ser también su presidenta”, dijo en alusión a los republicanos.

“Está pasando algo verdaderamente fantástico en estos momentos. La gente se está juntando (demócratas, republicanos, independientes…) para rechazar el odio y las divisiones”, afirmó. Y agregó, bajo los aplausos de la concurrencia: “la ira no es un proyecto”.

A dos y semanas y media de la elección, los indicadores son favorables a la exsecretaria de Estado, que el miércoles cumple 69 años.

La media de los últimos sondeos le conceden una ventaja de seis puntos en el conjunto del país (45,2% contra 39,2%) y la ubican como vencedora en 10 de los 13 estados clave, entre ellos Florida (sudeste), Pensilvania, Michigan (norte) y Carolina del Norte (sureste).

Los demócratas esperan además que estas elecciones les permitan recuperar terreno en el Congreso, actualmente dominado por los republicanos.

Los pesos pesados del partido se han movilizado en la última línea recta de la carrera a la Casa Blanca: el expresidente Bill Clinton inició el viernes una gira en autobús de dos días por Florida y Barack Obama estará el domingo en Nevada (oeste).

La presidencia indicó que el actual jefe de Estado apunta a multiplicar sus intervenciones en actos de campaña para prevenir cualquier riesgo de apatía en su campo.