El Partido Comunista Chino (PCC) abrió la puerta a la permanencia de por vida de Xi Jinping como presidente, una apuesta arriesgada que abandona el modelo de sucesión que garantiza la estabilidad del país desde hace 30 años.

Jinping acapara el poder y ha apartado a sus principales rivales desde su llegada a la jefatura del Estado en 2013, a lo que se sumó el llamado del PCC de saltarse la norma constitucional que limita los mandatos presidenciales.

“El límite de dos mandatos se decidió para garantizar una cierta estabilidad. Si (Xi) sigue más allá de los 10 años, la élite política y los ciudadanos chinos estarán mucho más pendientes” de lo que haga, indicó la sinóloga radicada en Sídney, Simone van Nieuwenhuizen.

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El proyecto de reforma constitucional anunciado el domingo pone en entredicho la noción de “gobernanza colectiva” impuesta por el exdirigente Deng Xiaoping en los años ochenta, para evitar que un líder se perpetúe en el poder como ocurrió con el fundador del régimen Mao Zedong.

Los dos predecesores de Jinping -Hu Jintao, entre 2003 y 2013; y Jiang Zemin, entre 1993 y 2003; ejercieron dos mandatos de cinco años y en ambos casos la transición se produjo sin sobresaltos en la segunda economía mundial.

“Un declive catastrófico”

Pero Xi, de 64 años, es más autoritario: reforzó la represión de la sociedad civil, lanzó una vasta campaña anticorrupción, hizo incluir en los estatutos del partido su “pensamiento” del socialismo y lanzó un cuasi culto de la personalidad.

De mantenerse en el poder más allá de 2023, podría concluir su programa para China: un país desarrollado, con influencia mundial, una sociedad próspera y un ejército poderoso.

El Parlamento chino, completamente sometido al PCC, se reunirá en sesión anual a partir del 5 de marzo y se espera que conceda a Xi Jinping un segundo mandato de cinco años y apruebe la abolición del límite de los diez años.

“El límite del número de mandatos permitió institucionalizar la transición en la cúspide del poder. Y evitar que el PCC entre en reinados tiránicos o en un declive catastrófico”, señaló el investigador de la Universidad de Nottingham en Inglaterra, Jonathan Sullivan. “Quitar el límite podría crear un riesgo para la estabilidad a largo plazo”.

En tanto, el experto en historia china de Williams College, en Estados Unidos, Sam Crane, no espera eventuales reformas económicas o políticas.

“Supongo que su prioridad será continuar con la represión de la sociedad civil, en la línea de su orientación política desde 2012″.

Winnie censurado

“Uno de los riesgos (para Xi Jinping) sería tomar malas decisiones y estar rodeado de aduladores que no se atrevan a contradecirle”, precisó la experta en China en la Universidad de California en San Diego, Susan Shirk.

En Twitter, el activista y rostro de las protestas estudiantiles durante las manifestaciones prodemocracia de Hong Kong en 2014, Joshua Wong, declaró irónicamente el advenimiento de “la era del emperador Xi”.

En la red social china Weibo las reacciones eran mitigadas. Algunos internautas lo elogiaban y decían “asistir a un hecho histórico”. Otros eran más críticos: “Ahora tengo realmente la impresión de vivir en Corea del Norte”, juzgaba un usuario de la plataforma.

La censura se apresuró a suprimir los comentarios negativos y bloqueó las imágenes del osito Winnie the Pooh, el personaje de dibujos animados con el que a veces se compara a Xi debido a su silueta.

La concentración de poderes en manos del presidente podría también chocar con una oposición interna en el partido, sometido ya a una intensa campaña anticorrupción que provocó la caída de más de un millón de directivos.

“El riesgo para él sería una especie de rebelión de la élite política”, adviertió Shirk.