Los mongoles comenzaron a votar este viernes para designar a su presidente en el primer balotaje de la historia, luego de que la primera vuelta no permitiese designar a un vencedor en comicios salpicados por escándalos de corrupción.

Muchos electores de este país extenso, pero poblado por tres millones de habitantes, rico en recursos naturales y enclavado entre Rusia y China, tienen una imagen tan negativa de sus políticos que hicieron campaña a favor del voto en blanco.

El empresario y yudoca Khaltmaa Battulga, carismático candidato del Partido Demócrata (PD) actualmente en la oposición, encabezó la primera vuelta y disputa la segunda contra Mieygombo Enkhbold, cuyo Partido del Pueblo Mongol (PPM) es mayoritario en el Parlamento.

El magnate inmobiliario, expresidente de la federación mongola de yudo, pertenece al mismo partido que el presidente saliente, Tsakhia Elbegdorj, que no podía volver a presentarse.

Ambos candidatos a la presidencia de este país, sumido en la pobreza, a pesar de las riquezas de su subsuelo, se han visto salpicados por casos de corrupción.

Enkhbold está acusado de haber intentado obtener dinero a cambio de otorgar empleos públicos y Battulga es sospechoso de tener cuentas en el extranjero.

Los escándalos se sumaron a problemas económicos: Mongolia sufrió de lleno los últimos años la caída del precio del cobre, su principal producto de exportación, y la desaceleración del crecimiento de su gran vecino chino.

En 2016, la expansión del PIB fue de 1 por ciento, lejos del 17 por ciento de 2011.

El desempleo, principal preocupación de los electores, alcanza al 9 por ciento de la población activa.

Para resolver parte de los problemas, el futuro presidente tendrá un plan de ayuda de 5.200 millones de euros financiado en parte por el Fondo Monetario Internacional (FMI).