Los rusos votan este domingo en unas elecciones legislativas en las que se espera una victoria del partido proKremlin, tras una campaña electoral sin emoción, a pesar de la recesión económica que vive el país.

A las 12:00 locales (06:00 en Chile), la participación a nivel nacional superaba el 23%, prácticamente la misma tasa que en las elecciones de 2011 a esa hora, según la Comisión electoral central.

En total, más de 110 millones de rusos estaban llamados a las urnas, que abrieron el sábado a las 20:00 GMT (17:00 en Chile) en la península volcánica de Kamchatka y a las 05:00 GMT (02:00 en Chile) en la parte europea del país, especialmente en Moscú y San Petersburgo.

Los primeros sondeos a pie de urna se esperan a partir de las 18:00 GMT (15:00 en Chile), cuando cierren los colegios electorales en Kaliningrado, un enclave ruso dentro de la Unión Europea (UE).

Ya sabía a quién iba a votar. Seguramente, ustedes estaban al corriente“, bromeaba Vladimir Putin tras depositar su voto en un colegio electoral de Moscú.

El presidente, con una popularidad cercana al 80% tras la anexión de Crimea, y su partido Rusia Unida, que controla el Parlamento, arrancan como favoritos. Una victoria en las legislativas sería el paso previo a un posible cuarto mandato de Putin en las presidenciales de 2018, si finalmente se presenta.

Contrariamente a las legislativas de septiembre de 2011, denunciadas como fraudulentas por los cientos de miles de manifestantes que salieron a las calles a protestar, en esta ocasión el Kremlin parece querer dar al proceso electoral más transparencia.

Putin puso al frente de la comisión electoral central a la exdelegada de derechos humanos del Kremlin, Ella Pamfilova, para reemplazar a Vladimir Churov, acusado por la oposición de haber manipulado los resultados en varias elecciones.

El domingo por la mañana, Pamfilova indicó que había recibido denuncias de fraude en Barnaul, en Siberia, y que la comisión electoral central “podría plantearse anular las elecciones” en la región si las sospechas se confirman.

En una sesión retransmitida en directo por televisión, demandó a los presidentes de comisiones electorales de varias regiones donde los candidatos de la oposición habían denunciado fraudes.

Primera elección en Crimea

Estos comicios llegan en un momento de profunda crisis económica en Rusia, provocada por la caída de los precios del petróleo y por las sanciones occidentales consecutivas al conflicto en Ucrania. Se trata del periodo de recesión más largo desde la llegada de Vladimir Putin al poder en 1999.

El contexto político también es excepcional, ya que son las primeras elecciones a escala nacional desde la anexión de la península de Crimea, en 2014, y del inicio del conflicto en el este separatista del país.

En esa región, los habitantes participan por primera vez en unas elecciones rusas.

“Yo he ido a votar y todos mis familiares y vecinos también. Estamos con Rusia, declaró Valentina, una jubilada de la península, mientras que los representantes de la comunidad tártara de Crimea, minoría musulmana opuesta a la anexión, llamaron al boicot de los comicios.

Además de las legislativas (con más de 6.500 candidatos de 14 partidos que bregan por 450 escaños de la Duma Estatal, la cámara baja del parlamento), los electores también están llamados a votar algunos parlamentos y gobernadores regionales, como en el caso del presidente de Chechenia, Ramzan Kadyrov, que por primera vez se enfrenta a las urnas desde que el Kremlin lo nombró en 2007.

La oposición liberal, que en esta ocasión ha podido presentar a muchos más candidatos que en las elecciones precedentes, ha fracasado a la hora de superar querellas internan y no ha podido presentar una lista común.

Frente a la potente maquinaria del poder, los opositores que avanzan de forma dispersa no han podido suscitar el entusiasmo de los electores, que han preferido votar al partido del gobierno o la abstención.

“La campaña electoral no ha tenido ningún interés. Prometen mucho, pero nada cambia”, lamentaba Alexander, en Moscú. Este jubilado aseguraba haber votado pese a todo “para que otros no elijan” por él.