El expresidente de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva, está a un paso de la prisión, luego de que el Supremo Tribunal Federal (STF) rechazara en una votación 6 a 5 el recurso de habeas corpus presentado por su abogados.

El recurso buscara que el expresidente siguiera en libertad, mientras apelaba ante los tribunales superiores de justicia, la sentencia que lo condenó a 12 años y un mes de prisión por delitos de corrupción, vinculados al pago de un departamento por parte de la constructora Odebrecht.

La detención de Lula, que niega todas las acusaciones en su contra, podría producirse a partir de la semana próxima, una vez que su defensa presente sus últimas objeciones, si es que decide hacerlo, informó el tribunal de apelaciones (TRF4) que lo condenó en segunda instancia.

La asesoría del equipo de abogados del exmandatario dijo a la Agence France-Presse que esa posibilidad estaba bajo análisis.

“No será detenido de inmediato porque lo que juzgó el STF es un habeas corpus que autoriza la expedición de una orden de prisión”, explicó a la AFP el criminólogo Jovacy Peter Filho. Quedan aún por analizar “posibles nuevos recursos en el TRF4 y solo entonces podría llegar la orden del juez Sergio Moro”, añadió.

Moro es el magistrado de primera instancia que desde su despacho de Curitiba (sur) se convirtió en ícono de la lucha contra la corrupción para muchos brasileños. De su pluma salieron la condena contra el expresidente y contra otros políticos y empresarios enredados en la Operación Lava Jato.

La defensa tiene plazo hasta el martes 10 de abril para presentar su último recurso, que probablemente será rechazado por el TRF4 según medios brasileños.

La probable Detención de Lula no impide que apele a la condena, en un principio ante el Supremo Tribunal de Justicia (STJ), y que puede llevarlo de vuelta ante el propio STF, que en este escenario analizaría el fondo de la causa y no la forma, como ocurrió la jornada del miércoles.

La megainvestigación iniciada hace cuatro años puso en la mira de la justicia al actual presidente conservador, Michel Temer, y a buena parte de su gabinete, junto con decenas de diputados y senadores.