Los costarricenses votan este domingo en la primera ronda para escoger al presidente que los gobernará los próximos cuatro años, en unos comicios sin claro ganador y marcados por un debate sobre el matrimonio igualitario que ha provocado una sacudida religiosa.

El ambiente de votación comenzó sin grandes filas en la mayoría de los más de 6.600 centros electorales, donde voluntarios de los partidos recibían a los ciudadanos para convencerlos de apoyar a sus candidatos.

Pese al poco movimiento en la mañana, el presidente del Tribunal Supremo Electoral, Luis Antonio Sobrado (TSE), dijo estar satisfecho de la participación.

El TSE indicó que la votación transcurría en tranquilidad y sin incidentes que afecten el proceso.

“Esta es la primera vez que voto, estoy un poco nerviosa”, comentó la estudiante de 20 años Nelia Araya, al llegar a votar al Liceo Luis Dobles Segreda, aledaño al Parque Metropolitano La Sabana, de la capital.

Poco movimiento se veía en ese centro educativo a la hora que llegó a votar Nelia, quien dijo estar preocupada por el surgimiento de un candidato con “discurso homofóbico”.

“Yo convencí a todos en mi casa de que voten para que no gane alguien que quiere quitarle derechos a la gente”, agregó la estudiante universitaria.

Encuestas de opinión muestran niveles de indefinición nunca antes vistos en la recta final de una elección en Costa Rica, en la que el candidato con más apoyo no pasa del 17% de intenciones de voto, mientras que más del doble de ese número se declara indeciso.

Una encuesta del Centro de Investigación y Estudios Políticos (CIEP) divulgada el 31 de enero señaló que 36,5% de los electores no saben por cuál de los 13 candidatos votar, más del doble del 17% de apoyo para el líder de los sondeos, Fabricio Alvarado, un diputado y predicador evangélico de 43 años postulado a la presidencia por el partido Restauración Nacional.

Le siguen el exdiputado y abogado Antonio Alvarez, de 59 años, del tradicional Partido Liberación Nacional (PLN) con 12,4% y el exministro y periodista Carlos Alvarado (38), del gobernante Partido Acción Ciudadana (PAC) con 10,6%.

Si ninguno alcanza al menos 40% de los votos, habrá una segunda ronda electoral el 1 de abril.

La mayoría de los 13 candidatos emitió su voto en horas de la mañana, y seis de ellos participaron en una misa en la capitalina iglesia de La Soledad.

“La Iglesia no toma partido, la Iglesia no ha dado adhesión a ningún partido”, dijo a los candidatos en la misa el sacerdote católico Carlos Rojas.

Costa Rica también votará este domingo por los 57 diputados de la Asamblea Legislativa.

Religión, corrupción y crimen

Los primeros costarricenses que comenzaron a votar en el exterior lo hicieron en los centros electorales de Australia, así como en China y otros países asiáticos. Casi 32.000 personas están registradas para votar en 52 consulados.

Después de aparecer con 3% en los sondeos en diciembre, Fabricio Alvarado se disparó en las intenciones de voto por su postura contraria al matrimonio homosexual, tras una opinión emitida el 9 de enero por la Corte Interamericana de Derechos Humanos (CorteIDH) a favor de ese tipo de uniones.

Según el CIEP, la opinión de la corte “provocó un shock religioso en el país, lo cual repercutió en la intención de voto del electorado costarricense”.

El politólogo Felipe Alpízar, director del CIEP, explicó a la AFP que el apoyo al diputado evangélico se explica por la tendencia conservadora de la sociedad costarricense, que en proporción de dos a uno se posiciona contra temas como el matrimonio homosexual, el uso recreativo de la marihuana y el estado laico.

“Puede ser una cosa coyuntural, no necesariamente se va a mantener en el tiempo, pero (esa tendencia) explica buena parte del crecimiento de Alvarado”, comentó Alpízar.

Antes de la opinión de la Corte Interamericana, la elección estuvo dominada por el rechazo a la corrupción, provocado por un escándalo con la importación de cemento chino, que reveló una red de tráfico de influencias en los tres poderes del Estado.

También la inseguridad motivó la intención de voto ante un drástico aumento en el número de homicidios, que en 2017 alcanzó 12,1 por cada 100.000 habitantes, el más alto en la historia del país.

Con esos temas en la agenda, el abogado penalista Juan Diego Castro, del minúsculo Partido Integración Nacional, se perfiló hasta diciembre como el favorito de los electores, pero su discurso de mano dura se agotó en la recta final de la contienda.