Contra el reloj y el cansancio, las tareas de rescate y ayuda continúan este jueves en Ciudad de México tras el poderoso sismo de magnitud 7,1 del martes, cuando suman al menos 233 muertos y la esperanza de encontrar sobrevivientes empieza a mermar.

A la incertidumbre por los eventuales sobrevivientes, se suma ahora el agotamiento de muchos de los miles de voluntarios que saltaron a las calles desde que estalló la emergencia, hace 48 horas.

El saldo de fallecidos se mantiene en 102 en Ciudad de México, 69 en el estado de Morelos, 43 en Puebla, 13 en Estado de México, 5 en Guerrero y uno en Oaxaca, según datos del sistema de Protección Civil del gobierno.

Un foco de atención es el colegio privado Enrique Rebsamen, en el sur de la ciudad, donde fallecieron 21 niños pero autoridades comprobaron que al menos una persona permanecía viva bajo los escombros.

Pero el deterioro del edificio siniestrado, que muestra un notorio hundimiento, forzó a replantear el rescate con mayor cautela y menos personal.

“Han trabajado de manera muy quirúrgica para evitar cualquier daño y se ha evaluado inclusive otras formas de poder sacarla”, dijo a la AFP Aldo Valencia, un rescatista voluntario de 22 años que dejó la labor para dar paso a los expertos militares.