Un policía murió durante un enfrentamiento que se desató cuando un nutrido grupo de sicarios abrió fuego con armas de alto poder contra la fiscalía de Chihuahua, un estado del norte de México fuertemente afectado por el narcotráfico, informó este viernes la institución.

El ataque se desató la noche del jueves, “cuando varios hombres armados a bordo de diversos vehículos dispararon contra los agentes ministeriales que se encontraban en las oficinas” localizadas en el municipio de Villa Ahumada, a 247 kilómetros de Chihuahua capital, indica un comunicado de la fiscalía de este estado fronterizo con Estados Unidos.

Los agresores también atacaron casas y otros lugares del municipio, en una balacera que duró toda la noche.

Una fuente de la dependencia que pidió el anonimato aseguró a la AFP que el grupo de pistoleros estaba integrado por unos 40 hombres, y que las autoridades hallaron 800 cartuchos percutidos de armamento pesado exclusivo del ejército.

La docena de uniformados que estaban en el lugar repelieron la agresión y lesionaron a algunos de los agresores, quienes emprendieron la huida por una carretera, indicó la fiscalía, al precisar que el enfrentamiento dejó un agente de la policía estatal muerto por arma de fuego y tres más lesionados.

Las autoridades detuvieron a siete integrantes de la policía municipal, entre ellos el director y el subdirector, por presuntamente brindar apoyo logístico al convoy de sicarios para entrar y salir del pueblo, indicó la fiscalía, al precisar que los arrestados tripulaban una camioneta robada y llevaban armas que no pertenecían a la policía municipal.

Tras estos hechos, más de 500 militares y policías federales iniciaron un operativo en la región, utilizando tanquetas para tratar de localizar a los sicarios.

Chihuahua junto con los vecinos Sinaloa y Durango forman la región conocida como “Triángulo Dorado”, tierra de cultivos de marihuana y amapola, así como de rutas de narcotráfico rumbo a Estados Unidos.

Los cárteles locales se disputan constantemente el territorio -en batallas campales que pueden incluir hasta 300 hombres armados- y suelen operar con la colusión de algunas autoridades corruptas.