El gobierno brasileño confirmó este miércoles la muerte de al menos ocho personas por fiebre amarilla tras un aparente brote de esa enfermedad en el estado de Minas Gerais (sudeste) y amplió su vacunación en ciudades de los vecinos Río de Janeiro y Bahía.

Ricardo Barros, ministro de Salud, confirmó en rueda de prensa la relación de ocho muertes con esta enfermedad trasmitida por mosquitos silvestres (Haemagogus y Sabethes) y recordó que a la fecha había registrados 206 casos sospechosos de fiebre amarilla en Minas Gerais, de los cuales 53 resultaron en muerte.

Ese estado decretó la emergencia sanitaria la semana pasada en 152 ciudades por el gran aumento de casos de fiebre amarilla, una enfermedad que tenía escasos enfermos registrados fuera de ellas y que no se detecta en zonas urbanas de Brasil desde 1942.

Minas Gerais, con casi 21 millones de habitantes, había registrado su último caso autóctono de fiebre amarilla en áreas campestres en 2009.

Sin embargo, Barros enfatizó que “la situación en Minas Gerais está controlada” gracias a una vacunación masiva impulsada por el gobierno.

En el vecino estado de Espírito Santo, donde hay notificados al menos seis casos de fiebre amarilla, ya había comenzado un plan de vacunación.

Barros aseguró que la ampliación de la vacunación a 14 ciudades del estado de Rio de Janeiro (sudeste) y a 45 de Bahia (centro-este) es sólo una medida de “precaución” por la proximidad con las ciudades monitoreadas y porque esas regiones cuentan con abundante vegetación donde se puede propagar el mosquito.

El gobierno brasileño envió 1,6 millones de dosis extras de vacuna contra la fiebre amarilla a Minas, 500.000 para Espíritu Santo, 350.000 a Rio y 400.000 a Bahia.

En 2016, Brasil registró seis casos de fiebre amarilla en áreas campestres de todo el país, de los cuales cinco murieron. Y en 2015, contabilizó nueve, con cinco muertos.

La fiebre amarilla genera temperaturas altas, escalofríos, cansancio, dolor de cabeza y muscular, y suele estar acompañada de náuseas y vómitos. Los casos agudos son raros y derivan en una insuficiencia renal y hepática, ictericia -ojos y piel amarillenta- y hemorragias.

Brasil se repone aún de la epidemia del virus Zika que empezó a inicios de 2015 en el noreste del país y que se extendió a lo largo del país causando un brote inusual de nacimientos de bebés con microcefalia.