A medida que avanza el bus por el interior de Cuba aparece la zona poco conocidas para los chilenos que solo aterrizan en La Habana, Santiago de Cuba, o el mítico sector turístico de Baradero. A primera vista es una zona detenida en el tiempo, como si el bus cargado de personas arribara a la década de los 90, con algunas diferencias ya que las mayores infraestructuras que se observan desde la carretera nacional o en el ingreso y salida de los pueblos aledaños a la ruta, son de edificios sociales, postas, hospitales y escuelas.

Su gente sonríe al escuchar un acento extranjero, al indicar que somos chilenos, la sonrisa es mayor: “Salvador Allende, Michelle Bachelet, el dictador Pinochet”, es la respuesta con lo que evidencian su nivel de conocimiento político para quienes han sido criados bajo la ideología anti imperialista y neoliberal.

Asumen de inmediato, eso sí, que las cosas en nuestro país no van bien, indican que “en la televisión vimos la represiones de los socialistas con el pueblo”, sin embargo cuando se busca entablar una conversación política sobre esos casos y lo que ocurre en Cuba, se alejan o callan.

El viaje continúa pese haber circulado 4 horas de las 14 que tardará el omnibus, en llegar a Santiago de Cuba, segunda ciudad más importante de Cuba y lugar donde a contar del domingo descansaran las cenizas del líder de la revolución, Fidel Castro Ruz.

Una caja blanca, con arroz y cerdo o pollo frito, será lo que único que comeremos en el bus, ya que la máquina se detendrá frente a lo que en Chile se le diría una “picada”, acá es un puesto hecho para que los pasajeros se alimenten.

El pago lo harán en moneda local: “0.50 CUC” señala el vendedor, explicando que él cobra en moneda que usa el pueblo: “los turistas se les cobra en la moneda de ellos, nosotros vivimos con la otra” me responde con un acento cubano ininteligible.

Un joven de 22 años y que comparte el asiento, al ver que somos extranjeros y que protegemos nuestros enceres, señala con tono tajante: “En Cuba compañero no se roba, vivimos en socialismo”, convidando con
la mano a dejar los bolsos en el compartimiento sobre los asientos.

Y agrega “puede dormir y cuando despierte sus cosas estarán ahí, eso es gracias a Fidel, la gran herencia que nos dejó” remata. Al igual que el resto de las personas evita entrar en un diálogo profundo sobre la realidad cubana, ya que al consultarle por el futuro advierte: “existe muchos jóvenes como yo de Cienfuegos, Camagüey o Bamayo (provincias interiores de Cuba) que estamos dispuestos a defender nuevamente la soberanía de los gringos”.

Respuesta diferente a la que entregaban los capitalinos (La Habana) que según lo expuesto mantienen la esperanza en una apertura total y el fin del embargo económico de Estados Unidos.

En el ambiente se respira paz, tranquilidad, y los temas de conversación que se pueden escuchar de los pasajeros que viajan tramos cortos en el recorrido, es el recuerdo sobre de quien dicen era un líder carismático y respetuoso. “Enseñó que todos valen lo mismo” le decía una señora a su compañero de asiento.

La geografía de las zonas interiores de Cuba tiene una enorme vegetación de árboles nativos, muy diferente a las grandes plantaciones forestales chilenas. El aire acondicionado del bus corta la humedad y calor que existe en el exterior. Los controles policiales en la carretera son sistemáticos, debido al desplazamiento de decenas de vehículos que vienen desde La Habana a Santiago de Cuba, para participar el domingo de las exequias finales de Castro Ruz.

Pero en este viaje por el centro de la histórica isla, reaparece con fuerza el nombre Camilo Cienfuegos. El mítico guerrillero que acompañó a Castro en el desembarco del Granma y que murió a los 27 años el mismo año en que la revolución se instalada en el país producto de un extraño accidente aéreo.

Cienfuegos o reconocido como “el Comandante del Pueblo” quedó en el imaginario de sus habitantes de zonas interiores e incluso Fidel Castro luego le podría su nombre a una de las ciudades que acompañan la ruta entre La Habana y Santiago de Cuba.

Por estos días los habitantes de Cienfuegos y Holguín, lo recuerdan por su enorme carisma y cercanía con el pueblo, algo similar a la empatía, dicen ellos, que tenía Castro.

Santiago de Cuba

Santiago de Cuba es un lugar emblemático para el proceso revolucionario que partió oficialmente en 1956 y no fue hasta el 1 de enero de 1959 cuando se coronó con el poder. Esa zona, rodeada por Sierra Maestra, una abundante vegetación, imponentes árboles, y por cierto vecina del enclave Guantánamo, está lista para cobijar los restos de quien los gobernó por 49 años.

Por esta razón el recorrido del cortejo fúnebre militar transitará por prácticamente toda la ciudad que tiene casi 500 mil habitantes.

Serán 17 kilómetros totales los que recorrerá con tres paradas, todas emblemáticas en la vida de Castro. La primera será en Plaza de Martes, luego a las afueras del antiguo Cuartel Moncada, para llegar hasta la Plaza de la Revolución Antonio Maceo.

Este domingo a las 7 de la mañana saldrá desde la plaza de la Revolución de los Santiaguinos para ingresar al histórico Cementerio de Santa Ifigenia, quedando claro que la zona interior y Santiago de Cuba forman parte del brazo duro de apoyo al proceso que se inició en 1959.