Rodrigo Londoño resolvió que la “vía democrática estaba cerrada” con la muerte de Salvador Allende, y entonces se alistó a las FARC. Casi 40 años después, el ahora jefe máximo de la principal guerrilla colombiana firma la paz con el gobierno para seguir su lucha como civil.

Conocido sobre todo como Timochenko, nombre de guerra adoptado de un profesor de marxismo de la Unión Soviética, este gran admirador de Hugo Chávez lleva desde los 17 años combatiendo al estado colombiano, oculto en “ese mundo de la selva, del páramo, de los ríos, de los nacederos de agua”.

El también apodado Timoleón Jiménez, de 1,65 m de estatura, barba y contextura robusta, ha sobrevivido a décadas de golpes y enfrentamientos con el ejército y a la muerte de varios cabecillas de las FARC, la mayor y más antigua guerrilla de América.

En 2011, se convirtió en el tercer líder de la historia de las FARC, después de que fuera abatido en un operativo de las fuerzas militares el entonces jefe máximo, Alfonso Cano, sucesor de Manuel Marulanda “Tirofijo”, quien fundó y comandó esta guerrilla marxista hasta su muerte en 2008 a los casi 80 años.

Para entonces, las partes llevaban a cabo la fase secreta de acercamientos y, pese a la muerte de Cano, las FARC -alzadas en armas tras una sublevación campesina en 1964- no suspendieron las negociaciones, que iniciaron formalmente en 2012 en Cuba.

Anteriormente, Timochenko había sido jefe del Bloque Magdalena Medio y pertenecido al Secretariado de las FARC, la cúpula rebelde de siete comandantes.

Según el analista Ariel Ávila, de la Fundación Paz y Reconciliación, Timochenko es “uno de los tipos más queridos en las FARC” por la estrecha relación que tuvo con Marulanda.

El comandante Carlos Antonio Lozada asegura que “es muy fácil trabajar con Timo porque es un hombre sencillo, de trato muy cálido con todos. Es sumamente comprensivo y muy reflexivo”.

Vida misteriosa

Martín Bernetti | AFP
Martín Bernetti | AFP

Sobre su vida hay más dudas que certezas. Niega haber recibido entrenamiento médico y militar en Rusia y Cuba, como sostiene la inteligencia colombiana, aunque reconoce haber desempeñado labores de enfermería en sus primeros años en las filas insurgentes.

“No me gusta hablar de mí”, dice cuando se le pregunta por su vida. En septiembre de 2015 aseguró que “el 85%” de lo que se dice sobre él “es carreta” (mentira).

Nació el 22 de enero de 1959, unos días después del triunfo de la Revolución cubana, en el departamento del Quindío, una zona cafetera en el centro del país, de un padre de origen liberal convertido en comunista y una madre cristiana.

Voraz lector de literatura política, Timochenko cuenta que aprendió a leer a los cinco años y a los 12 ya había devorado el “Manifiesto Comunista”, aunque el primer libro que leyó fue la Biblia. Su padre, analfabeto, era dueño de una tienda donde ocurrieron sus primeras aproximaciones con el marxismo leninismo.

Entonces, se le despertó una “sensibilidad social” alimentada por las desigualdades que veía en su pueblo. “En la escuela me preguntaba por qué había compañeros que iban sin desayunar y otros (vivían) con derroche”, aseveró.

“Prefiero morir de pie”

Timochenko
Luis Acosta | AFP

A Timochenko se le identificó como más cercano al sector militar que al político de la insurgencia y tiene docenas de órdenes de captura por delitos de secuestro, extorsión y terrorismo.

Además, el Departamento de Estado lo señala de establecer las políticas de las FARC para dirigir y controlar la producción y distribución desde Colombia de cientos de toneladas de cocaína hacia Estados Unidos.

Reacio a pedir perdón a las miles de víctimas ocasionadas por su organización, Timochenko advierte que lo hará “en el momento oportuno”, y sostiene que no se arrepiente de ser guerrillero, pues eso sería “abandonar” sus convicciones.

“Prefiero morir de pie que vivir de rodillas”, suele decir.

De su casi medio siglo en la lucha armada reconoce que la mayor lección aprendida es que “no debía haber guerra” y que no hubo “vencedores ni vencidos”.

Timochenko dice pensar solo en el mañana cuando se le indaga sobre sus aspiraciones electorales, cuando las FARC pasen a ser un partido político si los colombianos aprueban los acuerdos de paz en el plebiscito del 2 de octubre.

Y reconoce que una de sus “ilusiones” es volver a su pueblo y visitar por primera vez la tumba de sus padres y de su hermano, asesinado por un sicario.