Casarse con un miembro de una familia real, no es tan fácil y maravilloso como se podría creer. Esto bien lo sabe la princesa Charlene de Mónaco, quien en los más de 10 años que ha estado asociada a la casa Grimaldi, nunca ha lograda la felicidad.

Charlene pasó de ser una nadadora olímpica a una princesa solitaria y amarrada a la familia de su esposo por un contrato prenupcial que le impedía recuperar su vida. Su rostro siempre triste ha llenado miles de páginas en revistas de todo el mundo y sus vivencias incluso inspiraron parte de la trama de una de las temporadas de Gossip Girl.

La princesa nació en Bulawayo, Rodesia (actualmente Zimbabue) en el seno de una familia de clase media, con un padre dedicado a las ventas y mamá instructora de natación.

Su verdadero apellido era Wittstock y cuando tenía 12 años se trasladó junto a su familia a Sudáfrica, para que pudiera perseguir su sueño de ser nadadora profesional.

Su talento era tal que se convirtió en una de las deportistas sudafricanas más importantes. En el 2000, su equipo quedó quinto en la prueba de relevos en los Juegos Olímpicos de Sídney, más tarde se llevó la medalla de oro por 200 metros de espalda en el Encuentro Internacional de Natación de Mónaco Marenostrum, donde conoció por primera vez al príncipe Alberto II.

AGENCE FRANCE PREAA | GREG WOOD
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También obtuvo tres medallas de oro en la Copa del Mundo de natación y una medalla de plata en los Juegos de la Commonwealth de Manchester.

Su vida como deportista avanzaba a grandes pasos, lo que además le permitió probar suerte como modelo. Sin embargo, una lesión en el hombro en 2007 truncó sus esperanzas de poder llegar a los Juegos Olímpicos de Pekín, donde ya había clasificado.

Una nueva vida

Por esa época ya había iniciado un romance con el príncipe Alberto, quien era conocido por su fama de fiestero y mujeriego, además de polémico. Poco tiempo antes, había tenido que reconocer dos hijos extramatrimoniales de diferentes relaciones anteriores, con una camarera estadounidense y con una azafata nacida en Togo.

Cuando Alberto subió al trono en 2005, tras la muerte de su padre Rainiero III, su familia veía con preocupación que a los 47 años siguiera soltero y fueran sus aventuras alocadas las principales noticias de Mónaco.

Convenientemente, un año después, Charlene y Alberto hicieron publica su relación, dejándose ver juntos en los Juegos Olímpicos de Invierno de Turín.

AGENCE FRANCE PRESS | ODD ANDERSEN
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De inmediato las miradas se pusieron en ella, que era 20 años más joven que él. Su forma de vestir, hablar y comportarse llamaron de inmediato la atención, especialmente por su espontaneidad con el príncipe.

El público comenzó a ver y comparar a Charlene con Grace Kelly, madre de Alberto que en los años 50 dejó Hollywood para casarse con Rainiero III y convertirse en Princesa de Mónaco, una de las más queridas y recordadas de su historia, por cierto.

La belleza y calidez de la nadadora hicieron que fuera aceptada por sus súbditos, pero no por la familia real, especialmente su futura cuñada Carolina de Mónaco, quien veía en ella a una usurpadora. Recordemos que tras la muerte de su madre, Carolina asumió parte de sus tareas y poderes, y se convirtió en Primera Dama del principado, luego de la asunción al trono de su hermano.

 AGENCE FRANCE PRESS | SEBASTIEN NOGIER
AGENCE FRANCE PRESS | SEBASTIEN NOGIER

En 2010 Charlene y Alberto anunciaron su compromiso. Esto significó que la futura novia tuviese que convertirse al catolicismo, además de aprender francés y monegasco, así como la historia y protocolo de la corte europea.

Durante el tiempo en que estuvieron comprometidos, el príncipe no dejó de alabar a su futura esposa destacando su solidaridad y humanidad.

La pareja estuvo comprometida menos de un año, periodo en el que las cosas se volvieron caóticas. Mientras la novia se preparaba para el gran día, la prensa del corazón seguía vinculando a Alberto con otras mujeres, e incluso se rumoreó sobre otro hijo ilegitimo que habría aparecido para ser reconocido por él.

A esto se sumó un acuerdo prenupcial firmado por Charlene en el que establecía que debía permanecer casada por al menos cinco años y engendrar un heredero en los próximos tres años después de la boda.

AGENCE FRANCE PRESS | DAVID HECKER
AGENCE FRANCE PRESS | DAVID HECKER

Pocos días antes de la ceremonia, el diario inglés Daily Mail informó que Charlene había tratado de escapar en tres oportunidades.

La primera vez fue en París, hasta donde viajó para probarse su vestido de novia. En aquella ocasión se refugió en la embajada sudafricana, sin embargo, fue obligada a regresar.

Pocas semanas después lo intentó nuevamente durante el Gran Premio de Fórmula 1 de Montecarlo, pero fue detenida por agentes de seguridad del Palacio Grimaldi.

El tercer intento se realizó pocas horas antes de la boda. La futura princesa fue detenida en un helipuerto de Mónaco, donde se le confiscó su pasaporte para evitar futuras locuras.

Algunos años después, Charlene negó categóricamente estos rumores.

AGENCE FRANCE PRESS | VALERY HACHE
AGENCE FRANCE PRESS | VALERY HACHE

El gran día

Mientras más se acercaba el gran día, las polémicas y rumores eran encubiertas con noticias sobre las importantes figuras reales y celebridades que asistirían al evento, así como los grandisiosos preparativos que incluía un pastel de boda más alto que los novios y pisos de baile de espejos.

El 2 de junio de 2011, la pareja contrajo matrimonio por la Iglesia Católica. Ese día Charlene se convirtió en su Alteza Serenísima Princesa de Mónaco, tratamiento protocolar utilizado previamente por la madre de Alberto, Grace Kelly. También recibió los títulos de marquesa de Baux, duquesa de Valentinois, condesa de Carladès y baronesa de Saint-Lô.

Charlene caminó al altar del brazo de su padre. Lucía como una verdadera princesa con su vestido Armani con más de 40 mil cristales Swarovski, 20 mil perlas y una cola de seda de más de 20 metros. Sin embargo, su rostro triste y las lágrimas que caían por sus mejillas acapararon las miradas de todos.

AGENCE FRANCE PRESS | PATRICK KOVARIK
AGENCE FRANCE PRESS | PATRICK KOVARIK

En el altar la esperaba un elegante príncipe vestido con el uniforme blanco de la guardia del palacio, quien no mostraba emoción alguna, ni tampoco señales de consuelo para su futura esposa.

Años más tarde, la misma princesa se encargó de aclarar el motivo de sus lágrimas. “Todo fue tan abrumador y había emociones mezcladas debido a los rumores, y obviamente la tensión se acumuló y rompí a llorar”, aseguró a la revista Times Weekend.

“Fueron tres días maravillosos. Lo recuerdo y me pregunto cómo logramos llevarlo a cabo. Había muchas cosas sucediendo. Fue hermoso; fue sentimental, mostrando mi momento más íntimo para el mundo”, agregó.

Tras la boda, la pareja se fue de luna de miel a Sudáfrica, donde los rumores también los alcanzaron.

AGENCE FRANCE PRESS  | MIGUEL MEDINA
AGENCE FRANCE PRESS | MIGUEL MEDINA

Según comentaba la prensa de la época, tuvieron lujosas piezas en diferentes hoteles. Charlene se quedó en un resort de Umhlanga Rocks, mientras que su esposo en la ciudad de Durban. Un diario sudafricano incluso aseguró que cuando conocieron al presidente Jacob Zuma, llegaron en el mismo auto, pero se fueron en dos vehículos diferentes.

Las vacaciones terminaron una semana antes, pues Alberto debió volver a Mónaco para someterse a un test de ADN debido a un tercer alegato de paternidad, el cual surgió pocos días antes de la boda.

AGENCE FRANCE PRESS   | VALERY HACHE
AGENCE FRANCE PRESS
| VALERY HACHE

Tras la locura de la boda, Charlene asumió sus responsabilidades de princesa, las que incluían hacerse cargo de las obras de beneficencias de Grace Kelly, incluida la Cruz Roja. Sin embargo, demostró no estar interesada en eventos públicos, de los que sigue excusándose hasta el día de hoy, lo que también ha despertado una gran cantidad de rumores sobre su relación con Alberto.

“No quiero ser la imagen de un cuento de hadas”, dijo en un discurso en los premios Ernst & Young. “Mi única ambición es ser eficaz para aquellos que lo necesitan. Quiero ayudar. Mi esposo y yo compartimos los mismos valores sobre cuestiones humanitarias, el medio ambiente, la educación de los niños. Somos dos apasionado de la vida, el mundo y la gente. Esta es la misión que hemos elegido”, agregó

A pesar de los rumores de divorcio, en 2014 ambos se convirtió en padres de gemelos, la princesa Gabriela y el príncipe Jaime. Pero a pesar de la alegría de los niños, las imágenes seguían mostrando el rostro de Charlene triste en cada una de sus apariciones públicas.

El año pasado se cumplió el plazo de cinco años que exigía el acuerdo prenupcial, lo que nuevamente la tuvo en la palestra por un supuesto divorcio, que hasta el momento no se ha concretado.

AGENCE FRANCE PRESS  | VALERY HACHE
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AGENCE FRANCE PRESS  | ERIC GAILLARD
AGENCE FRANCE PRESS | ERIC GAILLARD