Este sábado París se viste de gala. En la cancha principal de Roland Garros, las finalistas femeninas pelearán por el prestigioso título.

La misma corona que hace 18 años disputaban, un 5 de junio, dos de las máximas estrellas de la historia del tenis, la suiza Martina Hingis y la alemana Steffi Graf. Un duelo que quedó marcado para siempre en el deporte mundial.

¿Qué ocurrió? Una veterna Graf, que se retiraría dos meses después del profesionalismo, llegó a este enfrentamiento por el campeonato contra la número uno del momento… por lo que todas las estadísticas y pronósticos estaban en su contra.

En la previa Martina estuvo dura con la excampeona: “Steffi tuvo buenos resultados en el pasado pero ahora el juego es más rápido y atlético. Es vieja ya. Su tiempo ha pasado”, declaró confiada.

La balanza se inclinó aún más a favor de la helvética una vez iniciado el partido. Rápidamente Hingis, respaldada por su enorme talento, pasó a dominar las acciones con un 6-4 en el primer set. En el segundo set, la suiza se puso 2-0 con un quiebre y serviría para aumentar su ventaja. Sin embargo, las cosas cambiarían drástica y dramáticamente.

Un reclamo de Hingis tras un cobro del juez de silla desataría la polémica. La autoridad cantó mala una bola y la suiza se pasó para el lado de la germana incrédula con lo ocurrido. Junto a ello reclamó en voz alta, algo que los parisinos no perdonaron.

De ahí en adelante el público fue un jugador más… en favor de Graf. Pifias y abucheos se replicaron cada vez que la joven debía servir. Las ovaciones para Steffi eran aún mayores y el pleito comenzó a tomar otro rumbo. La alemana, experimentada y también exnúmero 1, aprovechó eso y dio vuelta la segunda manga para cerrar con un 7-5 en su favor.

En el tercer set las cosas no cambiarían. Cada vez que Hingis tomaba la raqueta los galos hacían sentir su repudio. La suiza pensó en retirarse, pero siguió ilusionada en que podría recuperar su tenis extraviado. Un intento que no prosperó, ya que Graf ganó el parcial y el partido por 6-2.

Jacques Demarthon / Agence France-Presse
Jacques Demarthon / Agence France-Presse

Los aplausos por Graf se intensificaron, mientras una destrozada Hingis lloraba y se retiraba hacia el vestuario. No quería ir a la premiación. Se sentía humillada. Eso sí, su madre bajó hasta la cancha y logró tranquilizarla.

Tras ello Martina fue a recibir su reconocimiento, con un par de lecciones que le servirían para toda la vida: nunca faltar el respeto a una leyenda y jamás enfrentarse al público. ¿Y Steffi Graf? Simpelmente agigantó su nombre.

Thomas Coex / Agence France-Presse
Thomas Coex / Agence France-Presse