Partamos por lo básico e incuestionable. Si entendemos un fracaso como la no consecución de un objetivo, el rendimiento de la selección chilena Sub 20 en el Campeonato Sudamericano de la categoría fue un fracaso, con todas sus letras.

Luego de una preparación por lo menos aceptable en tiempo y recursos, sumado a las palabras del plantel y cuerpo técnico, que apuntaban a clasificar al Mundial e incluso luchar por el título continental, quedar eliminado en primera fase y sin sumar siquiera un triunfo es un traspié enorme.

El torneo en Ecuador sigue disputándose, pero en nuestro país las voces críticas aparecieron, como es natural y hasta sano. Muchas, apuntando con acierto a las evidentes falencias del proceso formativo nacional, la irregularidad de jugadores con rodaje en Primera División que lucieron inexpertos y superados por el escenario, además de la evidente falta de mano técnica en el armado y juego del equipo, donde el DT Héctor Robles quedó muy en deuda al momento de la presentación oficial de un trabajo de meses.

Archivo | Agence France-Presse
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Pero a ese visión se agregó otra corriente, que se está haciendo cada vez más habitual ante las caídas de nuestros representativos y que anuncia verdaderas catástrofes para el fútbol nacional. Una práctica que proviene de parte de algunos hinchas, prensa e incluso exjugadores o entrenadores nacionales, estos últimos casos generalmente muy ácidos en sus críticas y siempre autorreferentes para lucir sus logros, pero curiosamente carentes de memoria para recordar situaciones similares donde ellos estuvieron del lado de los ‘acusados’.

Pero volvamos al tema inicial. ¿Es el fracaso en Ecuador la ‘sentencia’ de un futuro oscuro? Si tomamos como historia reciente, no es tan así. Es cosa de revisar por ejemplo que Claudio Bravo y Jorge Valdivia no superaron la primera ronda en el Sub 20 de Uruguay 2003, mismo resultado que se vivió dos años después, en el Sub 17 de Venezuela, donde Alexis Sánchez, Mauricio Isla y Cristopher Toselli no superaron la fase de grupos. En 2009, el mismo país fue escenario de otro fracaso de las juveniles chilenas, en un equipo Sub 20 donde participaron Charles Aránguiz y Eduardo Vargas.

La elección de estos ejemplos no es al azar. La idea es mostrar cómo gran parte de la base de la selección chilena dos veces campeona de América vivió profundas decepciones a nivel juvenil, donde también sufrieron la ‘lapidación’ de muchos que sentenciaron un negro futuro del fútbol chileno por un mal resultado en un torneo específico. Los mismos que probablemente anunciaron la caída de la ‘Roja’ tras unos malos resultados con Pizzi, pero que después aplaudieron un nuevo título continental y están a la expectativa de llegar a Rusia 2018.

No se trata de subestimar los malos resultados, pero el punto pasa por entender que el camino de un equipo y un futbolista en particular no se termina con un revés en un campeonato, ya que es bastante más amplio e incluye una serie de decisiones que marcan su futuro. Por lo menos, esa es la lección que nos entrega la historia de la actual generación de la selección adulta, que bastante saben de caídas y éxitos.