Los Juegos Olímpicos de Invierno nos demuestran que el espíritu deportivo es lo más importante. Lejos de las medallas y el reconocimiento público, muchos deportistas llegaron a Corea del Sur trayendo a cuestas increíbles historias de superación.

En la prueba de 15 kilómetros de esquí de fondo, se vivió uno de los momentos más emotivos de toda la competencia. El triunfo del suizo Dario Cologna, quien se colgó el oro tras terminar con un tiempo de 33 minutos y 43 segundos fue eclipsado por la notable historia de esfuerzo del mexicano Germán Madrazo, quien finalizó en el último puesto de la clasificación.

El deportista azteca llegó alzando la bandera de su país a la meta, donde lo esperaban el marroquí Samir Azzimani, el abanderado de Tonga Pita Taufatofua y el colombiano Sebastián Uprimny. En un gesto cargado de compañerismo, los atletas subieron en andas a un Madrazo visiblemente emocionado por cumplir un sueño que hace poco más de un año parecía imposible.

El mexicano había aprendido a esquiar hace aproximadamente un año, sin la ayuda de grandes patrocinadores y poniendo dinero de su bolsillo para poder participar.

“Terminó siendo uno de los momentos más gratos de mi vida, con unas fotos que más allá del tiempo que hice y del desempeño pasarán a la historia. Fue un día mágico, duro. Hubo convergencia de muchas cosas, pero al final fue un día maravilloso. Dios quiso que así fuera para que se enriqueciera ese mensaje de sí se puede”, indicó tras finalizar la carrera.

Acerca de su postal llegando a la meta con la bandera mexicana, Madrazo comentó que “es una foto de un sentimiento indescriptible, lo más hermoso que me ha pasado en la vida. Existe una convergencia de sentimientos, por tener un mal día deportivo y al mismo tiempo el mejor día de mi vida. Es difícil de explicar lo que siento. Fue un gran día a pesar de que muchas cosas no iban bien, pero se luchó contra todo”.

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