Días para el olvido fueron los que vivió el atleta estadounidense Gil Roberts tras su triunfo en los Juegos Olímpicos de Río.

El deportista, campeón en el relevo 4×400 metros, arriesgaba una dura sanción luego de la ‘cita de los anillos’ al dar doping positivo por probenecina.

En primera instancia, la Asociación Americana de Arbitraje (AAA) absolvió a Roberts. ¿La razón? Sus funcionarios detectaron que la sustancia, que se encuentra en la lista de medicamentos prohibidos para los deportistas, no había sido consumida de forma intencionada o con fines dolosos.

Esto último provocó que la Agencia Mundial Antidopaje (AMA) presentara un recurso en contra de la determinación, lo que fue despachado al Tribunal de Arbitraje Deportivo (TAS). La instancia final.

Todo por un beso

Mientras el recurso vio ‘luz verde’ en el TAS, una investigación del caso reveló que Roberts habría dado positivo producto de los besos de su novia.

Resulta que su compañera había comenzado un tratamiento con la sustancia mencionada anteriormente, luego de presentar dolores en el pecho tras un viaje a la India.

Esto último fue la prueba que finalmente terminó pesando en la decisión del TAS de absolver al atleta. “El TAS determinó por unanimidad que el deportiva cumplió con su tarea de identificar la fuente de la sustancia, es decir, tras besar a su novia después de que ésta ingiriera la medicina que contenía probenecid”, explica el Tribunal en un comunicado.

“La evidencia presentada ante el TAS en el que había involucrados varios testigos, fue convincente y consistente”, añade el escrito.

Finalmente, el TAS detalla que la cantidad encontrada en el cuerpo del campeón olímpico “no tiene efecto como un agente de enmascaramiento útil” y que su ingesta “fue accidental” por lo que “no hay motivos” para sancionarlo.