Jugar a la pelota en los recreos fue, quizás, el deporte por excelencia de varios niños hace algunas décadas atrás.

Y es que de seguro eran muy pocos los que se resistían a jugar una “pichanga” con los compañeros de clases en esos cortos recesos de la básica, y no necesariamente por falta de talento con la esférica.

En esta categoría entró Diego Carquín, un joven deportista que asumió el reto de cambiar lo tradicional por lo nuevo,, cuando aún era muy pequeño, pero que gracias a su extraordinario talento ha posicionado a nuestro país en lo más alto de una disciplina un tanto desconocida para los chilenos: los saltos ornamentales.

Diego Carquín es un deportista oriundo de Rancagua que hace algunos años se trasladó a Santiago para perseguir su gran pasión: los clavados.

Se encontró con este deporte cuando tenía tan solo ocho años de edad y cursaba tercero básico en el Swedenberg de Macul. Por esos años Marcos Balbontín, un entrenador cubano, se encontraba en la búsqueda de niños que tuvieran condiciones deportivas en disciplinas poco convencionales.

Diego Carquín | Facebook
Diego Carquín | Facebook

“Empecé a hacer clavados cuando iba en el colegio, muy chico. Yo iba en tercero básico y mi entrenador estaba buscando talentos en los colegios, niños con condiciones, para desarrollar los clavados siempre pensando en el alto rendimiento”, partió recordando en conversación con BioBioChile.

Fue así como Balbontín y Carquín se conocieron. El cubano vio en el pequeño un talento innato, siendo la flexibilidad, fuerza y potencia lo que más llamaron su atención.

“Él venía de Cuba con el propósito de formar a los mejores clavadistas de Chile y me encontró a mí”, agregó.

Como era de esperar, ambos rápidamente se contactaron para comenzar a entrenar y, con ello, darle la pelea a las trabas que surgieron en el camino. Esto porque desarrollar una disciplina, y más si ésta se sale de las más comunes, no es tarea fácil en nuestro país.

“El camino fue súper largo. Fueron varios años en los cuales estuve entrenando con altos y bajos, por el tema de compatibilizar el colegio, que siempre fue un tema muy difícil. Además, tenía que priorizar el entrenamiento versus los amigos”, indicó el nacional.

No obstante, poco a poco Diego fue entendiendo que era necesario comenzar a hacer su mundo en el tema de los clavados si quería ser el mejor. Pese a los esfuerzos y a todo lo que tuvo que renunciar a su corta edad, sus primeras competencias y logros se encargaron de darle la razón.

Su sacrificio se vio recompensado gracias a esas primeras preseas que no tardaron en llegar. Primeros lugares en campeonatos nacionales de por aquí y por allá, fueron solo la antesala de lo que estaba por venir: su primera competencia internacional en el año 2006.

Diego Carquín | Facebook
Diego Carquín | Facebook

Quizá sin saberlo en ese entonces, dicha competencia internacional se convirtió en el trampolín más importante en la vida de Carquín. Ella sirvió para confirmar que esto era lo que quería hacer para el resto de su vida.

De eso han pasado 11 años. Período en que si bien las medallas y títulos que ha conseguido han sido su gran motor, los obstáculos que ha tenido que sobrepasar lo han hecho dudar en más de una ocasión.

“Yo no hubiese podido aguantar entrenamientos todos los días desde los ocho años si no hubiese sido por el apoyo de mis papás”, expresa.

Por suerte, y para la alegría de todos, esos altos y bajos no hicieron que el rancagüino perdiera su norte. Es más, el apoyo de su familia y amigos en el momento indicado, hicieron que este saltara tan fuerte, que logró dejar clavado y grabado su nombre en la retina del deporte continental.

Desde el año 2010 que soy medallista sudamericano. Y desde el 2011 particularmente fui campeón sudamericano juvenil, con un récord que aún está vigente”, apuntó.

Pero ojo, que esto es solo ‘la punta del iceberg’. Carquín y su fiel compañero Donato Neglia, han logrado en silencio posicionar a Chile dentro de la orbe mundial del salto ornamental.

Participaciones en citas planetarias como la de China 2011, Rusia 2015 y Budapest 2017, así como la de Juegos Panamericanos y Sudamericanos, confirman que esta dupla pretende hacer vibrar a nuestro país tal como lo hizo Ricardo “El capitán de los saltos” Enchausti en la década de los 70’.

Diego Carquín | Facebook
Diego Carquín | Facebook

“Todavía no llegamos a ese nivel. Por ahora respecta entrenar, seguir mejorando para eso y prepararnos de la mejor manera para los Juegos Panamericanos de Chile 2023”, señala enfáticamente.

Aunque antes de eso, Carquín comentó que hay varias cosas que mejorar. Y es que él no ha quedado ajeno a temáticas que se han vuelto la bestia negra de los deportistas chilenos: el financiamiento, la estabilidad y la proyección en su disciplina.

“La carrera de deportista en Chile tiene un sinfín de vaivenes. De partida que uno no tiene mucha estabilidad y que depende 100% del apoyo de los papás y de que ellos vayan financiando tu carrera en algunos momentos”, comentó.

En la misma línea, Carquín recalcó que en nuestro país “el deporte de alto rendimiento es súper elitista y exitista”, lo cual contribuye a que algunos deportistas prefieran abandonar sus sueños y dar un paso al costado.

Aun así, él prefiere pensar en que en algún momento las cosas cambiarán y que podrá vivir de esto que un día comenzó como una travesía, pero que hoy es su lema de vida.

“Espero pueda compatibilizar mi carrera profesional con el deporte, ser un profesional y continuar en el deporte de alto rendimiento tratando de darle alegrías a Chile y también tratando de motivar a los más pequeños, que es lo que me importa”, concluyó.